Historia del Valle del Huasco, Juan Ramos Álvarez

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4. Juan Ramos Álvarez

En la reseña anterior tratamos largamente sobre Luis Joaquín Morales y su “Historia del Huasco”, de 1896-1897; en esta ocasión intentaré esbozar una valoración sobre el aporte a la historia local hecha por don Juan Ramos Álvarez y su “Historia del Valle del Huasco” de 1948- 1949.

Como reseñamos antes, los dos textos mencionados constituyen la médula de lo que hemos llamado “matriohistoria” o matrio historia local, por lo que resulta imposible no realizar repetidas alusiones a uno sin mencionar también al otro, ya que conforman una suerte de unidad discursiva y temporal sobre el pasado local; del mismo modo, las inclinaciones ideológicas de ambos autores son muy afines, no solo por su militancia común en el partido radical en diferentes momentos, sino también por su ilustrada manera de entender el conocimiento y el desarrollo de las actividades humanas y societales.

Don Juan Ramos Álvarez es un hombre del siglo XX, plenamente, vallenarino profundo, nacido apenas unos años antes de la muerte de Luis Joaquín Morales; curiosamente titula a su libro como “Historia del Valle del Huasco”, aún cuando su relato se centra casi exclusivamente en la ciudad de Vallenar, con solo menciones en capítulos cortos a otras entidades pobladas de la zona como Freirina, Puerto Huasco y otros enclaves mineros, es por ello, principalmente, una historia sobre la ciudad de Vallenar. Don Luis Joaquín Morales, en cambio, llama a su libro “Historia del Huasco”, pero hay en él una mirada más extensa del espacio territorial sobre lo que denomina como “local”, Luis Joaquín Morales incluye dentro de su espacio físico, cultural e identitario a una unidad más amplia, mas inclusiva, conectada y articulada entre sí, históricamente construida, que conoció y recorrió personalmente palmo a palmo, es a esa mirada, la primigenia, la que nos proveyó Luis Joaquin Morales, a la que adherimos, ya que entendemos por local a una entidad no solo física, sino que también a los lazos que unen estructural y simbólicamente a las diversas parcialidades humanas de lo que él llamó “El Huasco”, al “nosotros” actual.

En ésta tensión existente entre ambos autores nacen, a nuestro juicio, la mayoría de los conceptos actualmente en boga para referirse a lo local: “El Valle”, “El Huasco”, “El Interior”, “Las Haciendas”, “para arriba y para abajo, “Huasco Puerto”, “Huasco Bajo”, “Los llanos”, etc., todas en razón de su posición relativa en relación al “Huasco”, espacio mitológico, blando,  del que emana nuestra identidad más profunda; aquí se configura quienes somos los huasquinos, nuestra mismidad, diferenciándonos de otras identidades, otra alteridades, otredades que nos son vecinas y que en conjunto constituimos el contínuum del mosaico humano desplegado en un espacio físico, conformando unidades más o menos autárquicas, con mayor o menor cohesión y articulación interna, todo esto independientemente de las divisiones político-administrativas que pretenden crear, dividir y normar unidades artificiosas, como lo son las actuales regiones, provincias y/o comunas, muchas veces tan arbitrariamente definidas que no se sustentan en criterios culturales identitarios pre existentes, es decir sin arreglo a un pasado que les dé sentido, a una lógica interna que nos enlace mas allá de los mapas, sino que solo definidas en una fría planificación centralista, muy afín con la “historia nacional”, aquel constructo ideológico y político que hemos fustigado desde el comienzo de estas reseñas y que hemos instalado como opuesto antitético a nuestra historia local.

Juan Ramos Álvarez escribe el borrador de su libro entre los años 1945 y 1949, publicándolo como inserciones separadas en el diario local “El Noticiero del Huasco”, capítulo a capítulo, entre los años 1948 y 1949, es decir, nunca su libro conformó una unidad impresa, por lo que existía casi como un mito dentro de la historiografía local; recién en el año 2007, la Agrupación Paitanásarte de Vallenar logró generar el compendio en formato libro, con un tiraje de solo 500 ejemplares, en esta hermosa labor me correspondió actuar como editor, y corrector de estilo, copiando directamente desde los ajados ejemplares de “El Noticiero del Huasco”, con más de 60 años de antigüedad, las nuevas páginas de esa segunda edición. En ello hay una semejanza con el libro señero de Luis Joaquín Morales, el que también fue publicado en facsímiles separados, si bien en el caso de éste último, los facsímiles conformaban cuadernillos que se vendían por entregas, independientemente de los diarios de su época, comparten el haberse dado a conocer, ambas obras, como creaciones que fueron viendo la luz fragmentariamente sin conforman libros unitarios desde un comienzo.

En el libro de Juan Ramos Álvarez no existen, prácticamente, referencias a autores externos al valle del Huasco, no menciona a la tradición historiográfica nacional, se separa de ésta y continúa en la línea abierta ya en 1896 por nuestro paladín matriohistórico, don Luis Joaquín Morales; Juan Ramos Álvarez se asume también como un cronista 100% local, centrado en la matria, la tierra de origen, escribe para ella, no pretende el reconocimiento externo, no aspira a inscribirse como un historiador de oficio, lo suyo es el homenajear a su propia tribu, es por ello nuestro segundo paladín matriohistórico y merece todo nuestro aprecio. Más aún, la historia no contada asevera que después de terminar su libro “Historia del Valle del Huasco”, en 1949, de regreso a su casa a caballo en Hacienda Compañía, y luego de una noche agitada de bohemia vallenarina, celebrando el fruto de más de 5 años de trabajo escribiendo su obra, encontró la muerte un 16 de julio, con apenas 40 años, por lo que Juan Segundo Ramos Álvarez tiene además un aura de autor maldito que nos hace admirarlo entrañablemente.

Don Juan Ramos Álvarez fue abogado de la Universidad de Chile, de allí tal vez provenga su propensión a mostrarnos una historia local normativista, con arreglo a las diversas leyes y corpus legales que rigieron al espacio denominado “El Huasco”, con un énfasis marcado en las instituciones y sus reglamentaciones como fuente de información primaria; don Luis Joaquín Morales, en cambio, fue médico de profesión, también de la Universidad de Chile, en él se aprecia un mayor interés en las personas, en sus circunstancias finitas, concretas, menudas, en los asentamientos humanos, en el bienestar de la poblaciones menos favorecidas por esta falsa promesa del “desarrollo”, largamente prometido y nunca alcanzado.

Juan Ramos Álvarez divide su libro en veinte capítulos, siendo los diez primeros de ellos muy semejantes y basados en los de Luis Joaquín Morales, compartiendo con él la debilidad en la caracterización del pasado indígena del Huasco, así como una muy sucinta descripción de la etapa colonial española de esta zona; profundizando de mejor manera las históricas relaciones de enemistad entre Vallenar y Freirina, en su lucha por detentar la hegemonía socio política del Huasco, en Juan Ramos Álvarez las alusiones al interior del valle son mínimas, así como las menciones a las zonas aledañas al valle mismo, tanto las haciendas costeras al sur y al norte del valle del Huasco, en ello Luis Joaquín Morales, como hemos dicho, gozaba de una mirada más amplia, mas inclusiva, con mejor documentación de respaldo al respecto.

Los mayores aportes del libro de Juan Ramos Alvarez se perciben entre los capítulos decimoprimero al decimoquinto, en ellos se desarrolla la más contundente argumentación histórica de su texto, ya que tuvo a la vista, como fuentes, los archivos de la municipalidad de Vallenar, es en éste punto donde plantea una periodificación temporal que segmenta los distintos momentos vividos por esa corporación: “Ensayos Municipales”: hasta 1854, “Organización Municipal”: 1854-1891, “Comuna Autónoma” 1891-1914 y “Municipalidad Contemporánea”: 1914-1940; en ésta última fecha es más o menos cuando su relato histórico se detiene, lo que constituye una continuación temporal con el texto pionero de Luis Joaquín Morales, quién termina su texto casi exactamente donde Juan Ramos Álvarez comienza lo más contundente del suyo, por lo que entre ambos textos existe una complementariedad temporal, si bien ambos textos y sus autores presentan también diferencias notables en sus ópticas, fuentes y temporalidad biográfica.

En estos capítulos de su texto aparece lo más sabroso del acontecer vallenarino de a mediados del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, es decir 100 años de desarrollo de la ciudad, se crea “La Recova” municipal; aparecen los nombres antiguos de las calles, se crea el Paseo de la Libertad, hace su irrupción el tren local que unía Vallenar con Huasco y luego arriba el tren longitudinal norte; se describen las diversas epidemias que asolaron a la población, como la epidemia de viruela del año 1921 entre otras, así como las cíclicas crecidas del río, especialmente notable y pormenorizada es su descripción de la crecida del río del año 1905-1906, que barrió con buena parte del centro del incipiente Vallenar; se construyen puentes, se definen los límites de la ciudad; se crean y fortalecen las primeras instituciones de educación; se hace referencia a los diversos movimientos telúricos que azotaron la zona, especialmente trágico el acaecido en 1922, así como a los diversos intentos por reconstruir Vallenar luego de esta trizadura matriohistorica, proyectos que incluyeron incluso su traslado físico, resultado palpable de todo lo cuál es el cariz que hoy presenta la ciudad; se instalan adelantos en la ciudad como el alumbrado eléctrico, el alcantarillado, el servicio de teléfonos, el agua potable, la pavimentación de las primeras calles, los embalses cordilleranos, la necesidad de contar con un tranque para todo el valle, etc.; en estos capítulos desfila la ciudad y sus instituciones, en especial la propia municipalidad con sus eternas rencillas internas, sus mezquindades y su potencialidad como ente generador de cambios sociales.

Los capítulos finales del libro de Juan Ramos Álvarez también presentan interés, en razón de tratarse de un período posterior a lo escrito por Luis Joaquín Morales; particularmente interesantes son los capítulos que tratan sobre los conflictos sociales nacidos de la escases de agua, conflicto ya presente desde el siglo XIX en el valle del Huasco, agudizado ahora por el nacimiento de las Haciendas cercanas a Vallenar, ampliando el área cultivable, que con sus nuevos canales de riego agudizaron aún más esta situación, creándose distintos sistemas de turnos de regadío, además de mantener un clima de beligerancia entre los habitantes de Alto del Carmen, Vallenar y Freirina; paralelo a esto se aprecia el surgimiento de la actividad agrícola excedentaria, además de un cambio en la tenencia y uso de la tierra en las secciones medias del rio Huasco; en este tema Juan Ramos Álvarez nos provee de interesantes datos que cuantifican productividades anuales de las distintas haciendas, lo que posibilitará estudios posteriores, si bien no hace mención alguna a los sistemas de trabajo (in)humanos que conllevaron este cambio de tenencia y uso de los factores productivos agua y tierra.

Otro elemento interesante del texto de Juan Ramos Álvarez es aquel referido a la presión antrópica sobre los recursos naturales locales, llevada a cabo durante las décadas finales del siglo XIX hasta las tres primeras décadas del siglo XX, que significó un gran impacto sobre especies animales como la chinchilla y el zorro, entre otros, llevando a su eventual extinción en el caso del primero y a una drástica disminución en el caso del segundo, a lo que se suma la explotación indiscriminada de especies arbustivas nativas como la algarrobilla; no hay una valoración positiva o negativa del autor sobre estos hechos, solo su descripción, tal vez influido del espíritu desarrollista de la época, aquel que asumía al medioambiente como una fuente infinita de recursos al alcance, moral y tecnológico, del hombre; será tarea de otros hombres intentar aquilatar el impacto ecosistémico de esa forma de entender el desarrollo humano, forma que actualmente aún ondea como bandera absurda, siendo profitada ciegamente como motivo de orgullo de los pequeños egos empresariales locales y foráneos.

Otro elemento destacable del texto de Juan Ramos Álvarez es aquel referido al desarrollo de la industria minera local; ya en Luis Joaquín Morales se observa su gravitancia para la economía local, sin embargo es con Luis Ramos Álvarez donde esta rama productiva alcanza su mayor relevancia, en función de los adelantos tecnológicos introducidos, como los hornos de reverbero, propiedad de Sewell & Patrickson, en base al procedimiento ideado por Carlos Lambert, que permitió el aprovechamiento de los bronceos o arenas amarillas, que antes de eso no eran aprovechables significando el cierre de las minas que llegaban a encontrarse con ellas; así es como las primeras minas de la zona que fueron explotadas con tecnología colonial, como Agua Amarga, ceden paso a un segundo momento de explotación minera, el que fue caracterizado en sus inicios por Luis Joaquín Morales y definido en propiedad por Juan Ramos Álvarez debido a que fue contemporáneo a ese momento histórico, nos referimos a los Labrar, Quebradita, Fragüita, El Morado, Nauche, Tabaco, Orito, Zapallo, Capote, Pastos Largos y un muy largo etc.

En los historiadores locales posteriores a Juan Ramos Álvarez este énfasis en la minería se volvió casi un mantra obsesivo, disputándose agriamente datos insulsos sobre productividad o año de fundación, sin percibir ni intentar conjugar, siquiera, su relación e impacto en los enclaves humanos y peor aún, poniendo a la minería en un sitial de relieve único, por sobre otras actividades, empobreciendo la historia local, pareciendo, estos monotemáticos historiadores, mas una protoagencia de publicidad de esas empresas mineras antes que verdaderos investigadores del alma local común; en nuestros paladines historiadores locales, Luis Joaquín Morales y Juan Ramos Álvarez la minería es un factor de explicación de otras realidades, no un fin en sí mismo, un elemento importante, no el elemento clave; luego de estos dos grandes de la matriohistoria huasquina nunca más se han vuelto a publicar textos de esta calidad y amplitud.

Sobre las fuentes utilizadas por Juan Ramos Álvarez estas fueron, principalmente, las actas de la municipalidad de Vallenar, lo que le dan a su texto un tinte de rigidez y normatividad que le restan frescura, nos atrevemos a aseverar que su profesión de abogado influyó en ello, sin embargo sigue siendo un texto fundacional de nuestra matriohistoria local, una dignísima continuación del padre fundador, don Luis Joaquín Morales; Luis Ramos Álvarez tuvo a su vista también textos notables publicados en los diarios locales de su época por otros paladines no reconocidos de la historia local como Jacobo Degeyter, ex alcalde de Vallenar y connotado patricio local, así como también testamentos y otros documentos legales emanados de los bullados juicios que se litigaron entre la corporación municipal y particulares, tanto por el dominio de terrenos como por derechos de agua, así como otros procesos judiciales entre particulares por el derecho a las aguas de riego de las nacientes haciendas cercanas a Vallenar; resulta importante decir que las actas municipales, a pesar de su invaluable aporte, no pueden reducir la totalidad del acontecer humano, polifacético, cambiante, multiforme, sin embargo fueron documentos de gran valor, lamentablemente, la aguda indolencia de autoridades locales pretéritas permitieron que dichas actas guardadas en el actual edificio de la gobernación provincial se destruyeran en inundaciones y sucesivos incendios acaecidos en diversos momentos, por lo que su contenido solo es posible de deducir parcialmente de los extractos que Juan Ramos Álvarez nos comenta en su texto, perdiéndose irremisiblemente tales documentos, fuentes que habrían posibilitado numerosas lecturas con los prismas actuales y los que vendrán; vaya para esas autoridades, ebrias en la quimera infantil de su  mínimo poder presente, sin más capacidad de visión que la de sus propias narices chatas, absortas en los irregulares relieves de su propio ombligo, ciegas en la idiota idea de perpetuar sus mediocres gestiones públicas, sin más cultura ni amor por el propio terruño que un grifo descompuesto,  mi más absoluto rechazo, la historia es una tarea común, aunque algunos se esmeren en escamotear el derecho a la memoria que es de todos.

 

Ficha Técnica.

-Libro: “Historia del Valle del Huasco”.

-Autor: Juan Segundo Ramos Álvarez.

-Primera edición años 1948-1949, Inserciones en “El Noticiero Huasquino”, diario de Vallenar.

-Segunda edición año 2007, Compilación Agrupación Cultural Paitanasartes, Impreso en Vallenar por Dos M; I.S.B.N: 978-956-310-957-3, tiraje: 500 ejemplares.

-Precio referencial: Joya Invaluable.

 

Por: Franko Urqueta Torrejón, Taller Cultural José Martí, Pueblo Hundido, verano de 2013.

 

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