VIA Marina, la empresa detrás del proyecto Aquatacama, está en conversaciones con generadoras de Energías Renovables No Convencionales para analizar las complementariedades y sumar más apoyo a su proyecto. Aquatacama propone llevar a través de tuberías submarinas agua desde las desembocaduras de los ríos en la zona centro sur de Chile, hasta el norte del país.
Félix Bogliolo, director de Vía Marina, la filial del grupo francés de infraestructura Vinci que impulsa la idea, dice que una de las grandes desventajas de las ERNC es que la generación es variable y los peak de producción no necesariamente coinciden con los de la demanda. La energía que se produce no se puede guardar para consumirla después. “El agua puede almacenar esa energía”, explica.
Usa el ejemplo de Francia. Las plantas nucleares, que son la base de su matriz energética, son poco flexibles, ya que el proceso para reducir o aumentar la generación es lento, lo que permite usar los excedentes de energía para trasladar agua y generar hidroelectricidad después. “La ventaja es que no existe la limitación de construir una represa en el cauce de un río, el agua se puede almacenar donde se quiera”, dice. Admite, eso sí, que es un tema complementario que escapa a su proyecto y que debe estudiarse por separado. “Pero es una opción que, sin nuestro proyecto, no existiría, en especial en el norte, donde no se pueden crear represas, porque no hay agua”, comenta.
Aquatacama ha seguido un largo camino. Bogliolo le presentó la idea en julio de 2010 a Laurence Golborne, entonces ministro de Obras Públicas, quien le pidió estudios más acabados. Con ayuda de Fundación Chile y una solicitud del gobierno chileno, Vía Marina consiguió una donación de 576 mil euros (US$ 753 mil) del Estado francés para financiar estudios de prefactibilidad. Al mismo tiempo, Fundación Chile realizó un informe sobre su posible impacto socioeconómico. Ambos estudios se entregaron a Golborne en un seminario oficial en octubre de 2012.
¿Cuál es el estado de situación de Aquatacama? “Estamos en una fase intermedia antes de realizar unos estudios complementarios más detallados, previos a llamar a licitación para la construcción de un primer tramo del proyecto”, señala Bogliolo. “Hoy la pelota está en la cancha del gobierno chileno y tiene que ver cómo la juegan: si licitan los estudios y los financian al 100%, en qué plazo, si lo firma este gobierno o ya queda para el siguiente”. Los estudios pueden demorar dos a tres años, y si se decide la construcción, son dos a tres años más, con lo que el agua llegaría a destino, en el mejor de los casos, en 2017.
El ingeniero francés, que vino a la Water Week Latinoamérica, asegura que el proyecto ha sido bien acogido por autoridades, gremios y posibles usuarios chilenos, incluso grupos ambientalistas y ONG con los que ha tenido contacto, a quienes les parece que podría ser una solución para la falta de agua en el norte. Admite que hay aristas que pulir, como la definición del modelo de negocios. Y que es caro: en su máxima extensión tendría 2.500 kilómetros, desde el Biobío hasta Arica, y el costo sería de unos US$ 15.000 millones. Pero replica que se puede hacer por etapas, una que vaya de Rapel a Valparaíso costaría US$ 1.000 millones, y recuerda los beneficios que estimó la Fundación Chile: la incorporación de 100.000 hectáreas con irrigación, la creación de 300 mil empleos y un incremento del PIB cercano al 20% en las regiones beneficiadas. “Es un proyecto grande, con impacto económico y social, que puede mejorar el nivel de vida de quienes viven de Valparaíso al norte. Es Chile el que debe darle la urgencia a este proyecto y determinar lo apremiante del agua en el norte. Yo encantado de empezar mañana y hacerlo de prisa”, declara.
Impulsor entusiasta de un producto de su imaginación
Félix Bogliolo no es sólo el ejecutivo a cargo de Vía Marina, la filial del grupo francés Vinci que impulsa el desarrollo de Submariver, el sistema de tuberías por las que circula el agua. De tono mesurado y con un claro acento español, muestra un gran conocimiento técnico. Y claro, Bergoglio, ingeniero, fue quien inventó el sistema Submariver, lo patentó, y se asoció con tres amigos, acercándose después a Vinci para que invirtiera en su empresa. Hoy Vinci, un gigante de infraestructura que facturó US$ 49.600 millones el año pasado, es el accionista mayoritario.
La idea se le ocurrió en una visita a la casa que heredó de su madre en Buendía, España, uno de los extremos del trasvase Tajo-Segura, un acueducto de 292 kilómetros y una de las obras de ingeniería hidráulica más grandes realizadas en España. “Tiene un montón de beneficios, pero causa un montón de problemas”, comenta.
Las dificultades, señala, suelen generarse al tomar el agua río arriba y trasladarla por tierra. “Tomarla río abajo y llevarla por un trayecto submarino es más rápido y menos caro y tiene un impacto ecológico menor”, asegura.
Aboga por Aquatacama con gran entusiasmo, apuntando a los beneficios para el desarrollo agrícola, industrial, minero e incluso turístico de la zona norte de Chile. Describe vívidamente posibles centros turísticos en Arica, que permitan sacar partido de un clima templado todo el año.
Pero también reconoce que todo el proceso le ha costado más de un dolor de cabeza. “Mi mujer me dijo que ese día tendría que haber pensado en otra cosa y no haberme metido en este berenjenal”.
Fuente: La Tercera Negocios