Durante esta semana recorrí las calles de Vallenar, y solo por un par de edificios nuevos, calle Prat me hizo recordar los últimos cuatro años de la década de los 90`s.

La cantidad de personas comentando sobre posibilidades de trabajo en la «termoeléctrica» tenía ciertos ribetes de desesperación, dado que el común denominador es que esta chance laboral aparece como la ùnica opciòn. Y lo más triste es que es por un plazo de de tres meses, no muchas lucas y cupos limitados.

Creo que no hay que ser sociólogo o político para darse cuenta que la cosa está mal, muy mal; la proyección que teníamos se ve a veces lejana y a veces cerca, lo que genera una gran cantidad de ansiedad. Dicha ansiedad se multiplica con el comercio minorista, que en gran parte invirtió para poder satisfacer la demanda de la gran población flotante que llegaría a nuestra zona.

Hoy en día la ciudad de Huasco marca la tendencia laboral, marca la actividad y marca la envidia (no sé si tan sana) que se genera en Vallenar. Hoy estamos en la angustia, ad portas de la desesperación por las escasas expectativas laborales en el corto plazo.

En los noventas fue la crisis asiática, hoy la intransigencia de algunos pocos «ambientalistas»; pero debemos entender que estamos en una zona minera, donde los costos son altos, pero la rentabilidad debe ser aún mejor.

Espero con ansias que los proyectos se inicien y doy por firmado que, a lo menos, el 90% de los vallenarinos esperan lo mismo. Humildemente reclamo no esperar dos décadas más para que nuestra zona se reactive laboral y económicamente.

Atte

Carlos Santander