No están las luces ni las cámaras del fútbol de primera, pero el terno y los zapatos lustrados también visten a la tercera categoría del fútbol nacional.
De eso sabe Deportes Vallenar, equipo que está en la cima de la Segunda División Profesional. El equipo nortino tiene seis puntos de ventaja sobre sus escoltas, Naval y San Antonio Unido, a falta de tres fechas para el final de campeonato.
Que el club esté a un paso de coronarse en la última división profesional de Chile tiene como gran responsable al técnico Ramón Climent.
Vestido de traje y corbata, el actual DT del equipo del Huasco es un símil a lo que Luis Marcoleta significa para los clubes de Primera B. Ya le tocó más de una vez salvar a Ovalle, Mejillones, Fernández Vial y al propio Vallenar en la ANFA. De hecho, el avance de la institución en sus cuatro años de existencia está estrechamente ligado a su figura.
Tomó al equipo en Tercera B, lo ascendió, luego se retiró; lo retomó en Tercera A, volvió a campeonar y una vez más tomó sus maletas. Finalmente, se sentó por tercera vez en la banca albiverde, para tenerlo a un paso de lograr el ascenso a la B.
“Estoy triste porque estos últimos partidos los he dirigido con buzo. Me compré tres ternos súper finos para este año y ahí están, colgados con la etiqueta”, cuenta Climent a La Hora antes de tomar el bus que lo trajo de Vallenar a la capital. “No me cruzan porque engordé mucho, jajá”, agrega entre risas.
Sin pizarra
El estratega tiene un sello en el mundo amateur: equipos ofensivos y de alto vuelo en lo físico. “Yo fui defensa y odiaba cuando jugaba en equipos que solo proponían aguantar. Me desesperaba. A los 35 fui a jugar a Australia y tuve un renacer físico que me hizo entender que esto se trata de convicción”, cuenta el ex jugador de Everton y Unión Española, entre otros.
Mientras juegan sus dirigidos, Climent grita a todo pulmón durante los noventa minutos, misma entrega que le exige a sus jugadores. Además, según cuenta, “vive en las galerías”, visitando cuanto estadio puede.
“Recuerdo que en la segunda fecha, después de nuestro partido, fui corriendo al partido de La Pintana. Con el pitazo fui donde un taxista y le pagué para que me llevara a Melipilla. Llegué justo”, dice el técnico, quien agrega: “Fui al último clásico del SAU y Melipilla calladito, nadie me vio”.
El interés por el cuadro del Potro Solitario no es casual. Si Vallenar levanta el título del Transición en la Segunda Profesional, se citará a la final con Melipilla para dirimir el ingreso a Primera B. “Ya los vi jugar unas siete veces, grabo con mi celular”, cuenta.
Las comparaciones están a la mano. Por el detalle del terno algunos lo igualan con Jorge Garcés, por su hiperactividad con Jorge Sampaoli, y por su juego de ataque, con Marcelo Bielsa. Pero nada de eso: “Me gusta acercarme a lo que hizo Bielsa en Chile, aunque no estoy cerca de igualarme a él. Miro hacia adelante sabiendo que los demás también juegan. A diferencia de muchos, yo odio la pizarra. Con la pizarra antes del partido todos ganan. Para mí el fútbol se reduce a los pasajes del partido que son aprovechados por la convicción”, explica.
FUENTE: LA HORA