En el Día Mundial del Olivo, conoce los hitos más importantes de INIA Intihuasi apoyando a la olivicultura del norte de Chile

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Conversamos con Francisco Tapia, ingeniero agrónomo, M. Sc. en olivicultura y elaiotecnia e investigador de INIA Intihuasi.

El olivo es un árbol milenario que llegó a América proveniente de Europa durante La Conquista, su gran adaptabilidad a condiciones extremas, aridez, lo ha convertido en un cultivo de gran relevancia, especialmente en el norte del país, donde es uno de los cultivos que mejor se ha adaptado al contexto de cambio climático y desertificación, a lo que se suma la importancia de su fruto elaborado, la aceituna, como parte esencial en nuestra comida típica y recientemente el aceite de oliva, que se ha integrado en la cocina de todos los chilenos, ambos productos, actualmente, son considerados como un superalimento, pues poseen alto contenido de antioxidante, fibra (aceituna), ácidos grasos benéficos para la salud humana.

Si bien, en la actualidad son las regiones del centro sur del país donde se concentran las mayores superficies de plantaciones de olivo, es en el norte donde comenzó el desarrollo de la olivicultura y también gran parte de la investigación del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Intihuasi, específicamente en el Centro Experimental INIA Huasco, donde actualmente se mantiene un jardín de variedades.

En la Región de Atacama es el segundo cultivo con mayor superficie, ocupando más de 1,7 mil hectáreas, según el catastro  de superficie agrícola regional de ODEPA y CIREN 2021, mientras que en Coquimbo ocupa el cuarto lugar con más de 3,6 mil hectáreas, en la región de Antofagasta, también se desarrolla este cultivo, específicamente en Taltal, acompañando a la pequeña agricultura quienes están empeñados en cosechas aceite de oliva del desierto más árido del mundo.

Para conocer los aportes más significativos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA Intihuasi a la olivicultura nacional y especialmente a la que se desarrolla en las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo, conversamos con Francisco Tapia, ingeniero agrónomo, investigador de INIA Intihuasi, quien nos comentó sobre los hitos más relevantes de los últimos 30 años y el futuro del cultivo.

¿Cuándo comienza el apoyo de INIA al desarrollo de la olivicultura?

“El olivo se conoce como parte de la agricultura chilena desde su introducción que se inicia en el valle de Azapa hace casi 400 años, desplazándose hacia zonas de más al sur por medio de las incursiones de los primeros españoles que descubrieron nuestro territorio, incorporándose al valle del Huasco, posteriormente a la zona central. Después, conformada la República, se comienzan a dar impulsos para el desarrollo olivícola, creo que uno de los más importantes de la olivicultura moderna fue en la década del 50’, cuando se impulsó el desarrollo de territorios de zonas productivas de olivos donde estaba la provincia del Limarí y la provincia del Huasco. Como centro de investigación en olivos, INIA se inicia en el valle del Huasco, a mediados de los 90’, evaluando diferentes variedades, manejados con la moderna tecnología que en esos tiempos  acompañaba a la floreciente fruticultura nacional, sin desconocer las primeras intervenciones que INIA ya había partido con investigación y transferencia tecnológica en olivos en la década de 80’, en Cauquenes. En el reciente formado Centro Experimental Huasco comenzamos a armar un pequeño huerto de variedades, que, finalmente, se conformó en un banco de germoplasma vivo de olivos, siendo la base para el desarrollo de importantes investigaciones en manejo del cultivo y caracterización de los aceites varietales obtenidos, trabajando en esto último con la facultad de Química y Farmacia de la Universidad de Chile. Importante ha sido también la caracterización genética de la variedad Sevillana, lo que se realizó en conjunto con investigadores de la Universidad de Atacama, información que ha servido para apoyar el desarrollo de la olivicultura nacional y en particular para sentar las bases técnicas en la creación de la primera Denominación de Aceite de Oliva en América. A principios de los 2000 el Centro Experimental INIA Huasco empezó a liderar la investigación, a aglutinar a investigadores, trabajando en conjunto con universidades, con productores de países vecinos, la Universidad de Chilecito (La Rioja) y Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza). Hemos desarrollado proyectos de evaluación de variedades desde el punto de vista manejo agronómico, industrial y de caracterización alimenticia y funcional del aceite de oliva, como también en el desarrollo de productos en aceitunas de mesa, como las aceitunas «Light”.”

¿Cuáles son, a su juicio, los hitos más relevantes de INIA para la olivicultura?

“Uno de los hitos que creo yo más relevantes es lograr “domesticar” a la olivicultura, porque si esta se deja crecer libremente, vuelve a comportarse como un cultivo silvestre, volviendo a sus ciclos de añerismo y bajas producciones. En relación a esto, la implementación de técnicas de poda permanente y definición de fechas de cosecha, ha permitido mejorar la calidad del fruto y cosechas estables en el tiempo. En antiguos huertos se incorporan a riegos modernos (goteo, micro aspersión), programas de fertilización equilibrados y permanentes, aumento de densidades de plantación, puesta en vitrina a más de 26 variedades con sus características agronómicas, industriales y sensoriales para que los agricultores puedan incorporar nuevas variedades probadas en la zona y tengan mayor seguridad de éxito en sus nuevas plantaciones.

El otro hito es relacionarlo con la sequía, es decir, determinar los puntos críticos de estrés hídrico hasta donde se puede llegar con este cultivo en producción frente a las cada vez más extensas y severos ciclos de sequía”.

¿Uno de los hitos importantes también es la Denominación de Origen del aceite de oliva Huasco?

“A través de estos trabajos agronómicos industriales y de la química del aceite se logró la primera denominación de origen de aceite de oliva de América. Específicamente en el valle del Huasco, que fue uno de los primeros asentamientos del olivo en el país. Hoy día se está produciendo un aceite de oliva de excelentes características químicas sensoriales que le da un aporte más saludable al consumidor y por otro lado también da un valor a la producción de la pequeña olivicultura del valle del Huasco que son en general plantaciones de pequeños y medianos productores”.

¿Cómo vislumbra el futuro de la olivicultura en la zona?

“Dadas las condiciones de adaptabilidad a situaciones agroclimáticas de extrema aridez y por el aporte de alimentos de alto valor alimenticio y funcional, el interés por disfrutar de este alimento incentivará su cultivo, siendo además un antecedente importante que es altamente eficiente en el uso del agua, puede ser considerado como una especie ambientalmente sustentable frente a las condiciones de sequias recurrentes que tiene nuestra región en particular.”.

Aportando al desarrollo de la olivicultura

En la actualidad son cinco los proyectos que INIA Intihuasidesarrolla en el norte del país relacionados con la olivicultura, ya sea para transferir conocimiento, para aumentar el valor agregado de las producciones de aceitunas de mesa o aceite de oliva como para transitar hacia una agricultura sostenible, con énfasis en la agroecología.

Estos son:  “Programa de transferencia tecnológica en producción integral de aceite de oliva del desierto costero de la región de Antofagasta para comunidades de agricultores de Taltal”, “Estrategia productiva de aceite de oliva de calidad diferenciada para la Cooperativa Olivícola El Hueso-Taltal”, “Programa de Transferencia Valorización de la olivicultura de la comuna de Freirina”, “Producción  de aceite de oliva de baja emisión de carbono,  Los Vilos”, “Programa de Transferencia Tecnológica para un Modelo de Producción de Aceite de Oliva Sustentable Energética y Ecológicamente para la Pequeña Olivicultura de Elqui y Limarí”.

Al respecto la secretaria regional ministerial (S) de la Región de Atacama Mei Maggi Achu, señaló que “a través del trabajo desarrollado por el INIA, hemos potenciado y puesto en valor el patrimonio olivícola de Atacama, que ha permitido no sólo mejorar la calidad de los productos elaborados en nuestros valles, sino que además lograr la obtención del sello de origen del aceite de oliva del valle del Huasco y prontamente trabajar en la inscripción de la marca colectiva de aceitunas de mesa, Freirina, que agregará valor a la producción y al territorio”.

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