No haberlo escuchado antes. Es que claro, entre querellas sin rumbo, cartitas quejumbrosas, caritas de pobrecito de mí y constantes respuestas del tipo “y es que no es responsabilidad municipal” o “no hay plata señora”, el príncipe consorte de Furiosa nos tenía su talento oculto.
Mírenlo: Mish.
Resulta que el pitufo gruñón cantaba mucho mejor de lo que soluciona problemas comunales (y que es por lo que le pagamos).
Se equivocó Furiosa en su apuesta, ¿viste?, era el show business y no el servicio público, donde estaba la mano del chiquitito.
Por el bien de la comuna, y de su propio ego, desde mañana empezamos a juntar firmas (de forma legal, no engañando abuelitos como lo hicieron ustedes pillina) para que hagamos un “Cambalache” y mandemos a pequeñito a concursar a un programa de talentos tipo “American Idol” o a un “Cuánto vale el Show”. El profe Islandia nos puede ayudar con una fiesta de espuma.
Porque canta bonito el peladito, canta bien, hay que reconocerlo, nobleza obliga.
Pero no el tango.
No es para tango este pingo.
De partida Furiosa, y esto va con cariño, la voz de tu concursante es muy aguda. La voz del tanguero es más grave, más profunda, más varonil, si me lo permitís.
Piensa en Julio Sosa que canta como escupiéndole a la vida, o hasta en Gardel, que canta riendo, como abrazado a un rencor, pero con la vida fluyendo entre relámpagos en la mirada, sin complejos, pebeta, sin excusas: el puente es mío Carajo!
Le queda mas bien dedicarse al bolero yo creo a tu enanito pelado, un “contigo aprendí” a pelearme con todos porque sí o que “toda una vida” toda una vida sí, te estaría mimando, porque eres tóxica, pero tóxica mía.