27 de Febrero

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Corría el año l894, el sol alumbraba completamente  el cajón del valle, la ciudad de Vallenar despertaba; carretas con frutas y verduras de los predios agrícolas de los alrededores, como también las carretelas con las cántaras con leche, se veían transitar por las tortuosas calles sin pavimentar, mientras de las dos únicas panaderías, de sus chimeneas salía el humo que iba escribiendo figuras sobre lo alto de sus techumbres.
Niñas, niños y algunos adultos, con sus bolsones hechos de género, pasaban en dirección a diferentes lugares del río.
Los “despachos” mostraban alrededores de sus puertas, colgados en los guardapolvos: chupallas, calamorros, alpargatas, trompos y emboques; los que se veían a la distancia. También las verdulerías exhibían en su frontis, grande canastos con productos de las chacras, como papas, cebollas, tomates, etc.
Las carnicerías colocaban en un lugar alto y visible, una bandera roja, para anunciar la llegada de la carne, en cada uno de estos locales era infaltable un tronco de gran tamaño, donde el “cortador” despostaba al vacuno de  acuerdo a la nomenclatura de los pedidos de sus “caseras”. El “cortador”, por lo general, era de amplia caja torácica y de brazos musculosos, después  de varias horas dándole duro con su sierra, concluía su trabajo.
Otros hombres con unas varas atravesadas en sus hombros, donde colgaban pescados, los que ofrecían   a grandes gritos..
Las dueñas de casa, algunas con sus largos chapes y otras, llevaban en sus cabezas paños de vistosos colores, las que iban a hacer las compras de la mañana.
El ambiente de la ciudad, parecía normal, pero en el cuerpo edilicio había preocupación e incertidumbre, por algo grave que estaba ocurriendo, originado por las autoridades de Gobierno.
En ese entonces  el Departamento de Vallenar, contaba con tres Municipalidades, como se indica: La de Vallenar, la de El Tránsito y la de San Félix, cada una de ellas se componía de tres alcaldes y seis regidores; quienes ejercían ad- honorem.
Era el 27 de Febrero, don Juan Echaurren, 1er. Alcalde de Vallenar, se dio el tiempo necesario, para citar a cada miembro del Municipio, es decir, a los dos alcaldes restantes y a los seis regidores,  para concurrir a la sesión extraordinaria, cuya tabla tendría como único punto el uso de poder del Juez Letrado que a su vez contaba con la venia del Gobernador, don José Araya Ossa.
Fue así como se llevó a cabo la reunión a las 09.00 horas del citado día, con la asistencia de la totalidad de los componentes del Municipio, como se señala a continuación:

                       1er. Alcalde  : don Juan M Echaurren
                       2do.    “            : don Honorio Henríquez
                       3er.     “           : don  Francisco Rudolfh.
                                                      Regidores:
                                           Don  Antonio Adriasola
                                               “   Juan Roubillart
                                               “   José María Egaña
                                               “   Enrique  Ramírez
                                               “    Alejandro González
                                               “    Nicolás Traslaviña.

El sol dejaba caer sus rayos perpendiculares sobre  el valle, los árboles mostraban su  verde color, pero sus follajes no se movían, debido a la falta de brisas. Muchos niños jugaban alrededor de la pileta de la plaza, varios trabajadores pasaban a pasos rápidos  a sus hogares a la alimentación del medio día, para volver a continuar sus faenas. La reunión extraordinaria había concluido, contando con la unanimidad por la determinación que se acordó; como fue de enviar a la brevedad un telegrama al señor Intendente de Atacama , para dar a conocer el malestar por la actuación del Juez Letrado de la ciudad; se designó al 3er. Alcalde, don Francisco Rudolfh y al regidor don Alejandro González, para que se hicieran presentes en la oficina del Telégrafo de la localidad, para colocar el telegrama que fue redactado durante la sesión. Eran las 13:00 horas cuando el telegrafista Pinto, comenzó a trasmitir el telegrama, de acuerdo al siguiente tenor;
             

             “Señor
              Intendente de Atacama
              Copiapó

Juez Letrado está soltando bandidos de la cárcel, para atacar  radicales. Uno de esos criminales, procesado por robo con homicidio, anda libre y ya ha maltratado alevosamente a dos radicales, dejando a uno herido de gravedad. Gobernador secunda operaciones del Juez, para lo cual ha cambiado a comandante y gran parte del personal de Policía, colocando gente a propósito a servir de modo siniestro.  Rogamos a Usía dicte medidas que garantice vida y derechos ciudadanos.
                    
Rudolfh González
Trasmitido: 13:07   HRS                                                                                                            

Vallenar, 27-02-1894. “

La tarde  se  cubría con el color del crepúsculo, en un concierto de trinos de pájaros se llenaban los frondosos follajes de los árboles de la plaza; el sol se despedía hundiéndose  detrás de los cerros de la costa. Fue el momento en que se vio al señor Gobernador que salió presuroso en dirección a la oficina del Juez Letrado, para darle a conocer el telegrama que había llegado de Copiapó, el cual decía:
                 “Señor
                  Gobernador de Vallenar    
                  Se me dice desde esa ciudad que policía ataca a personas de determinado partido. Hago presente a Usía que su deber es mantener el orden público, encargando a la policía respete  igualmente a todos los partidos y proteja sin preferencia a todos los ciudadanos, para dar garantía de tranquilidad a la ciudad.
 

A.Martínez
Intendente de Atacama                 
Recibido: 16:50 hrs.
Vallenar,27-02-1894.

Al término de la lectura, a ambos personeros se les dibujó un rictus que retrató en sus rostros el temor y la preocupación. Era el día lunes de la segunda semana del mes de marzo de l894, en una vertiente que afloraba cerca de un totoral, próximo a la calle Sargento Aldea, enjuagaba la ropa la señora Martina, trabajo que hacía con esmero y dedicación. En ese preciso instante llegaba al lugar, con el mismo propósito, su vecina, la señora   Tomasa, quien al verla triste y preocupada le preguntó:

– ¿Por qué está tan triste, Martinita?
– No sabe que al Juez Letrado, lo trasladan y es muy posible que al señor Gobernador lo cambien, pues ellos han sido mis mejores clientes, siempre les he lavado su ropa.
– Pero qué importa, si a usted le llueven los clientes, por su trabajo prolijo
– Con el cambio, sólo saldrán favorecidos los radicales – le contestó doña Martina, tomando el lavatorio lleno de ropa, retirándose del lugar con su rostro cabizbajo.

Autor: Jaime Castillo Villegas

2° lugar Concurso «Historia Inédita de Vallenar», 2005

Fotografía: Mario Rojas Madrid

 

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