Historia de un poema

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Grandes poetas y escritores ha entregado el Huasco al país. Uno de ellos, Roberto Flores Álvarez, quien entre sus destacadas elegías y prosas sobresale “Romance de la Añañuca”. Su creación, según relató Kadur Flores entre sus tantas conversaciones y recuerdos en el Centro Cultural, fue a partir de un paseo del poeta, a la zona de “Las Lozas” en Huasco, con un matrimonio amigo. De acuerdo a lo que le comentó Roberto Flores Álvarez a Kadur, es que mientras estaban en la tertulia campesina, una de las hijas del matrimonio Bruzzone Olivares llegó corriendo hasta donde estaba ellos con una añañuca florecida, la que colocó en el pecho del poeta y sin decir palabras regreso al grupo donde jugaban los demás niños.
 Entre los amigos asistentes se encontraba Carlos Salas Faúndez, quien cogió la añañuca que obsequiara la pequeña y, con acento convencido, le dijo a Roberto Flores, más o menos, lo siguiente: “Roberto, a ti te agrada escribir y aquí tienes un motivo de inspiración único, porque esta flor tan hermosa sólo crece por los llanos y quebradas de Atacama y Coquimbo. Es un producto vegetal agreste típico de nuestra zona”.
Al poeta le agradó el consejo literario y le prometio, sin darle fecha, que iba a escribir un romance a la añañuca. “Esa noche la idea de escribir revoloteó, como invisible mariposa, por la mente del vate. Según lo comentado por el poeta a Kadur Flores, relacionó a la flor con la encarnación de una bella doncella pastora y campesina, simpática y graciosa ( la leyenda cuenta que la añañuca antes de ser flor fue una hermosa morena que falleció de amor por un minero). Pensó en el cariño que por ella tenía el minero iluso y el sencillo cabrero de nuestras montañas, en que en plena primavera bajaban por las tardes a sus ranchos portando ramilletes de añañucas para adornar sus rústicos mesones. Acudieron a su memoria los días de la infancia cuando en grupos de estudiantes primarios –a pie o a caballo- trepaban los faldeos del cerro “La Cantera (en el límite sur de la Hacienda la Compañía) que las lluvias de la región convertían en silvestres jardines y que regresaban a sus hogares con grandes brazadas de azulillos, lirios y añañucas”.
A la madrugada del día siguiente al paseo, Roberto Flores Álvarez ya había escrito “Romance de la Añañuca” que no había sufrido modificaciones substanciales en el correr del tiempo. Escrito a mano, lo entregó a su amigo Salas, poco antes de que iniciara su viaje de retorno a la capital.
El poema “Romance a la Añañuca” se publicó en Vallenar al día subsiguiente en el diario “El Noticiero Huasquino” y la revista de Santiago, de la empresa Zig-Zag lo hizo en las páginas centrales de la revista “El Cabrito”. El poema en mención ha figurado en más de seis antologías de Atacama y Coquimbo, y en las ediciones IX y X de “Los Grandes Poetas”, de Francisco Galano.El poema cumplió eL 22 de septiembre de 2004, 59 años de su creación, y con el tiempo se ha convertido en un poema emblemático de nuestro Desierto Florido.

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