Para Sebastián (13), ir al colegio se volvió un calvario. «Me decían ‘guatón de barrio’, cuando estudiaba me pegaban en la cabeza, no me dajaban tranquilo. Me dieron tres crisis», cuenta. Lo mismo le ha pasado en cinco colegios y su mamá lo ha debido cambiar una y otra vez. De hecho, lleva un año sin clases. Él es uno de los 1.637 casos de maltrato escolar que han sido denunciados hasta el 31 de agosto ante el Ministerio de Educación. Una cifra que es 57% superior a las 1.046 denuncias que se registraban en igual lapso del año pasado y que incluye episodios tan complejos como los suicidios de dos escolares en dos semanas: una en Puerto Montt y otro en Puente Alto.
Record negro
¿Denuncia más estos casos la población o se ha deteriorado el clima escolar en las aulas chilenas? «Pueden ser ambas cosas. Se denuncia más, pero también los medios tecnológicos, como celular y YouTube, hacen que la posibilidad de que el fenómeno haya aumentado sea muy seria», responde el ministro de Educación, Joaquín Lavín. Otro antecedente lo aporta una investigación de la Unesco liderado por la Facultad de Educación de la U. Diego Portales. A partir de la prueba Serce, que aplicó el organismo internacional en 16 países de la región, establece que Chile es el que tiene peor índice de clima escolar. «Este indicador reúne las respuestas de los alumnos a preguntas como si se sienten tranquilos en su colegio, si les gustaría cambiarse, cómo se lleva con sus compañeros y profesores, si se sienten bien tratados, si ha ocurrido violencia y si respetan a los docentes», explica Ernesto Treviño, experto de la UDP. No hay una única explicación para este fenómeno, dice el investigador. Pero cree que un factor clave es que en los colegios, si bien hay mucho énfasis en el orden, éste se presenta como algo impuesto. «Falta un enfoque de desarrollo de competencias ciudadanas para que alumnos y profesores se traten bien por la convicción de que eso es importante para toda la vida», analiza. Al Mineduc el tema le preocupa. Por eso, ayer el ministro Lavín informó que el Gobierno le pondrá urgencia a un proyecto de ley patrocinado por un grupo transversal de parlamentarios que obliga a los establecimientos a tener reglamentos de convivencia, a denunciar e informar a los apoderados sobre los casos de violencia que detecten y que sanciona a los colegios que registren casos de bullying. «La meta es que en marzo del próximo año, cuando comience el nuevo año escolar, tengamos una legislación aprobada respecto del maltrato escolar», afirma Lavín. En cuanto a las sanciones que genera la eventual ley, incluye tanto multas económicas (de hasta alrededor de un millón y medio de pesos) y el Mineduc incorporará indicaciones para que, si un alumno debe irse de un colegio por maltratos, el establecimiento costee los gastos médicos, psicológicos y la matrícula del afectado en un nuevo recinto. También anunció que, a más tardar el lunes, la cartera pondrá a disposición de los colegios un «reglamento de convivencia tipo» que guíe a los colegios a la hora de regular de mejor manera su clima interno. Es que este factor, según Unesco, es el que más pesa en los rendimientos de los estudiantes, superado sólo por el nivel de ingresos de su familia. «Quizás para muchos profesores, estas son bromas de niños. Un sobrenombre, que le escondan el celular a alguien. Pero no son juegos de niños y pueden terminar afectando muy seriamente la vida de un alumno y detonando decisiones tan drásticas como las que hemos conocido en estos días», enfatiza Lavín. Mientras tanto, la estrategia a corto plazo del Mineduc es difundir en los colegios la Política de Convivencia Escolar lanzada hace siete años y que aún, según su diagnóstico, no es completamente conocida por las escuelas. »El bullying y el maltrato escolar se dan no sólo en los colegios municipales o particulares subvencionados, sino también en los colegios particulares pagados. Todos están en esto, nadie está fuera de este problema». Luego de que se vinculara el suicidio de un escolar en Puente Alto a una situación de hostigamiento sufrida en el Colegio Arturo Prat, el ministro Joaquín Lavín instruyó que cinco inspectores del Ministerio de Educación visitaran el establecimiento para analizar la situación. «Le pedimos al colegio que estos casos no hay que taparlos, hay que sacarlos a la luz», dijo. La autoridad fue incluso más lejos. «Si es necesario ir a la justicia con este caso, iremos a la justicia y el Ministerio de Educación se hará parte y apoyará a la familia en esta investigación judicial que se debe hacer».
-¿Es parte de la estrategia de combate al bullying del ministerio el hacerse parte de los procesos?
«Nosotros queremos hacernos parte, no sólo en este caso, sino también en otros. Y sobre todo mientras no exista una legislación adecuada sobre el tema. Nuestra voluntad es hacernos parte. Vamos a ver si, técnicamente, el Ministerio de Educación puede hacerlo».
-¿Y si no?
«En el caso de que, jurídicamente, no corresponda o no se pueda hacer, lo que sí podemos hacer es poner a disposición de la familia un abogado que les preste asesoría. Lo que pasa es que hay discrepancias; algunos sostienen que habría que hacerse parte a través del Consejo de Defensa del Estado y en ese caso es mucho más lento, tiene menos fuerza».
Casos en todo Chile
El 10 de abril, el diario «La Estrella» de Arica informó que el menor C.M.P.L., de 1° medio del Liceo Politécnico A-2, fue agredido por compañeros en una cancha del colegio. Los múltiples golpes en la cabeza que recibió obligaron a trasladarlo de urgencia al Hospital Juan Noé. El 6 de junio, la alumna antofagastina Y.A.F.C. (14 años) fue atacada a la salida del colegio por un grupo de cuatro escolares que la hirieron en el tórax y el cuero cabelludo con una tijera. La menor llevaba más de un año siendo víctima de hostigamientos de parte de compañeros de cursos superiores. El 12 de agosto, Margarita (12 años) se suicidó en Puerto Montt luego de sufrir por dos años las burlas de sus compañeros por tener labio leporino. Ocho días después, un alumno del Centro Educacional de Adultos de Placilla (Valparaíso) acuchilló a un compañero que piropeó a su novia.
Fuente: El Mercurio