Hace poco un programa nocturno fue sacado de pantalla porque lentamente se fue entregando a los vaivenes faranduleros desviándose del rol cultural y de entretención por lo cual había sido creado.-
Compartir en Facebook, en Twitter, Meneame, Delicious, este tipo de programas de televisión se han convertido en una conversación obligada en los hogares donde el comentario sobre la vida de algunos famosos son el común denominador donde algunas veces se camina por caminos de la vida llenos de esperanzas y siempre luchando por un futuro mejor, creándose grandes expectativas o también se camina por laberintos donde se anda cabizbajo mirando el suelo para no tropezar y cuidándose para no caer en el abismo que la vida nos ha deparado.
Adultos y niños transitan por la misma acera para alcanzar la calle, puerta siempre abierta a la incertidumbre, sinónimo de libertad concepto que conocen, pero, no la entienden, porque nunca la han practicado.
En estos lugares permisivos de la farándula se respira aire enrarecido y que por ser espacio oculto no asombra a nadie, con la diferencia que en la vida real, los problemas marcan la vida de la gente y sin tener mayores aspiraciones culturales ni sociales afectan la convivencia diaria en su forma y en su fondo.
En el caso de los programas faranduleros de televisión, la miseria humana se transfiere de boca en boca, se comenta, se discute y estas banales intimidades personales se propagan como llamas incendiarias en los hogares.
Las infidelidades de parejas, los romances apasionados, las separaciones con escándalos incluidos y la exposición visual de contorneados cuerpos femeninos dan frenesí a los desconocidos de siempre que en el silencio de la noche afilan sus estoques mentales para buscar lugares apropiados donde puedan dar rienda suelta a sus pasiones y bajos instintos.
Ninguna casa de estudios superiores, tiene consultada en su malla curricular la profesión de opinólogo, por lo cual se supone que cualquier persona con buena presencia, con cierta locuacidad y cierto dominio escénico, pueda ser rostro de la tan vapuleada farándula, donde los temas sentimentales de connotados personajes hacen reventar las pantallas de los televisores.
Por suerte la radio sigue siendo un medio de comunicación masiva que no ha perdido presencia en el alma ciudadana y continúa siendo una alternativa viable aún no contaminada con esta vorágine farandulera y nuestros oídos pueden deleitarse con una buena canción o informarse con un buen fundamentado comentario acerca de la verdadera realidad que vivimos a diario.
Articulo Publicado en ElConceCuente