"Habrá que ver cómo se manejan frente al ataque del medio: si van a seguir siendo un grupo y se protegen o se desperdigan"

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Invitaciones fuera de Chile, ofrecimientos de todo tipo de trabajos, premios, entrevistas, donaciones, colaboración en guiones para películas y libros,  son algunas de las ofertas que esperan a los 33 mineros recientemente rescatados de las entrañas de la Mina San José.

Bajo la lupa de los medios, los trabajadores más famosos del orbe, pasaron de una experiencia de claustrofobia y aislamiento a la más absoluta agorafobia de la sobre exposición. Experiencia que según explica el psiquiatra y dramaturgo, Marco Antonio de la Parra, podría jugarles en contra.

Los otros 17 millones de chilenos que siguieron el desarrollo de los acontecimientos, también tienen un papel en esta historia, cuyo guión resultó ser un drama con todos los elementos para ser el material perfecto de una película hollywoodense. Y además con final feliz.

Pero este final feliz no termina con la música de fondo: para el director de la carrera de Literatura de la Universidad Finis Terrae, es muy probable que después de la euforia del rescate los temas que se han mantenido ocultos podrían ser sacados a la luz por los propios 33.

-En cuánto fenómeno de masas ¿cómo evalúa todo el rescate?

-Hay un primer nivel que implica todo el simbolismo que esto tiene. El hecho básico es que parecía ser otra tragedia más de obreros del mundo. Eso generó en el inconsciente la idea de que a los 7 días estaban muertos. Y que sólo iban a encontrar cadáveres. Ya era noticia en ese momento, pero era una mala noticia más. Pero luego esto se transforma en una especie de milagro, porque resucitan. O sea en la cabeza de la gente resucitaron y se produjo este fenómeno espontáneo, donde sonaron las bocinas de los autos por todas partes. Esto empezó a explicar la convocatoria general de los medios del mundo. No sólo es un fenómeno que se haya dado acá. La fuerza simbólica muy grande era la de la muerte y resurrección de los 33 mineros.

-¿Qué ha significado para los chilenos tanta sobre exposición y cobertura a nivel mundial del rescate y las historias anexas a los 33?

-Los chilenos están encantados. Encantados consigo mismos, les sube la autoestima de una manera impresionante. Nos sentimos sumamente identificados con gente que resiste lo peor. Nosotros nos rescatamos, salimos de lo peor del mundo, vencemos a la muerte. Ahora exponemos a nuestros compatriotas, pero esto nos viene de perillas, sobre todo después del terremoto, que mostró un país que no funcionaba, en que se fracturaban las carreteras y quedábamos expuestos a un ataque, un país frágil, infinitamente más torpe, que no podía con una gran catástrofe. Pero con esta catástrofe acotada, donde son 33 personas, la sonrisa del espectador es absoluta. No se está mirando con un morbo de ningún tipo, sino con una sensación de emoción, de identificación con la familia, con quienes hicieron la proeza.

-¿Y esta alegría es más profunda en algún estrato social en particular?

-No. Aquí todos están felices. Los gerentes dicen que son capaces de rescatar a nuestros obreros y los rescatados que son capaces de hacer frente a lo peor. Desaparecen las luchas de clases, que están ahí latentes, pero eso está borrado completamente. Por ahora. Y es que son superhombres los 33. Han hecho una proeza, que tapa la cantidad de problemas que los condujo a esta situación. Y por ahí se desliza el tema de las indemnizaciones, qué se hace y qué se ha hecho con la historia de la minería en Chile.

-Hoy existe una sensación de exitismo, de que nada puede contra los chilenos….

-La cosa que queda como orgullo nacional es este made in Chile del rescate.  Todo el aparataje que se armó y se manejó acá hace sentir al país. He escuchado de parte de corresponsales extranjeros que les sorprende que en este país del fin del mundo una catástrofe, que habla muy mal de nosotros, puede ser revertida, que es la parte que habla bien de nosotros. La sensación de sobrevivir, de levantarse de nuevo, de salir a flote, tiene algo que ver con la condición del chileno. Hay algo de chilenidad, que se acentúa en este momento  y comprobamos esta teoría de que somos capaces de dar vuelta el partido.

-Lo que cobra más fuerza sobre todo cuando se viene recién saliendo de un terremoto ¿no?

-Claro. Antes de que se supiera que estaban vivos la sensación era ¡más encima se habían muerto 33 mineros, más desgracias!  Pero no fue así. Por eso, esta historia tiene todo listo para que funcione dramáticamente. Es acotado, es más fácil seguirlo. Un guión impecable. Incluso me han preguntado si voy a escribir algo. Ya en Italia hay una obra, que es uno de los 100 espectáculos que va a haber, por la fuerza simbólica que tiene.

-¿Qué pasa con los mineros anónimos que se convirtieron en rockstar de la noche a la mañana?

-Hay que ver cuanto resisten esto. Sabemos que la exposición puede reventarlos. Pero es como sacarse un premio de la lotería, han vivido un proceso extraordinario. ¿Cómo van enfrentarse a la exposición mediática? Hay que verlo. Pueden pasar varias cosas y una de ellas es que uno mantenga la unión del grupo como testimonio político crítico respecto a las condiciones de la minería en Chile. Otros pueden que se desperdiguen simplemente en la farándula. Hay que ver ahora a este grupo sometido a otra experiencia, que es la agorafobia. Han pasado de la claustrofobia, a esta sobre exposición. Así que siguen siendo sujetos de experimentación. En este momento están bajo la lupa quemante de los medios. Estos anteojos especiales que usaron al salir son una metáfora muy fuerte de cómo tienen que protegerse de los focos: deberían estar usándolos por un buen tiempo.

-Como grupo se manejaron muy bien ¿cree que se mantengan unidos ahora que están fuera?

-Habrá que ver cómo se manejan frente al ataque del medio: si van a seguir siendo un grupo y se protegen o se desperdigan. En todo caso creo que es imposible que pierdan los lazos. Es como los uruguayos que siguieron toda la vida marcados frente a una experiencia extrema. Sospecho que en este caso les va a ser muy difícil separarse. Todo el mundo va a querer comérselos, sacarles un pedazo. Todos van a querer tocar al minero Pero yo sospecho que son más duros y me pregunto si desde ellos, pasada la euforia, va a salir la reflexión pendiente de bueno, cómo fuimos a parar ahí.

Fuente: El Mostrador

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