ESTAMOS BIEN, A UN AÑO DEL MILAGRO
Por Ximena Matas Quilodrán
Al comenzar nuestra gestión, siempre tuvimos claro los desafíos que deberíamos enfrentar, como autoridades del nuevo Gobierno del Presidente Sebastián Piñera. Desde el primer momento, entendimos que tendríamos que ponernos cara a cara con situaciones tan complejas como la escasez del recurso hídrico, o tan promisorias como la llegada de inversionistas, la creación de empleo y el crecimiento en nuestra región.
Sin embargo, nunca pensamos que al poco andar, el destino pondría a prueba nuestras capacidades de respuesta, de manejo de crisis, de interrelación con las demás autoridades regionales y nacionales, en un momento en que, literalmente, estuvo en juego la vida de 33 trabajadores, 33 mineros de Atacama.
El 5 de agosto del 2010 Atacama y Chile se estremecieron, ante la noticia de que en uno de nuestros innumerables cerros se encontraban 33 personas, sepultadas a 700 metros de profundidad. Ese día supimos, que la tarea venidera era inmensa, titánica, dolorosa, incansable e incierta. Éramos nosotros, las autoridades de éste nuevo gobierno, quienes tendríamos en nuestras manos la posibilidad de dar esperanza o provocar el más profundo dolor en las familias de quienes, desde ese día, no pudieron ver la luz, en la mina San José.
Fue ese destino, el que puso a prueba, a éste equipo conformado por diversos profesionales comprometidos y con un fuerte espíritu de servicio público, el que llevó a liderar las fuerzas regionales que traspasaron fronteras nacionales y mundiales posicionando a nuestra región en lo más alto del quehacer noticioso con un acontecimiento sin precedentes. Ni el frío, ni el cansancio o la desolación, de aquellas eternas noches en el campamento, pudo derribar la fuerza, unión, comunicación, responsabilidad e incondicionalidad demostrada por todo el Gobierno Regional, en especial por cada miembro que compone nuestro gabinete, que dio todo de sí para cumplir con cada detalle que era necesario en la ejecución del rescate.
Las primeras horas, transcurrieron lentas. El agotamiento de cada jornada, se reflejaba nuestros rostros, aquel semblante, mostraba la gran preocupación que sentíamos, y la incertidumbre de no poder avanzar más rápido, para poder entregar alguna esperanza a todos aquellos familiares que se comenzaban a agrupar en la inmediaciones de la mina.
Sin embargo, en nuestra mente y corazón, jamás perdimos la fe. Existen quizás, dos frases que pueden resumir aquello que transmitimos a las familias desde el primer día, y que nuestro Presidente tan bien sintetizo “haremos lo humanamente posible por sacarlos”, y “nos preocuparemos por ellos, como si fueran nuestros propios hijos”, Aquellos mensajes se transformaron en un imperativo categórico, un “deber ser” para nuestro Gobierno.
Y ésta decisión dio frutos. El día 22 de agosto del año 2010, la montaña nos entregó el histórico mensaje del minero José Ojeda, escrito de su puño y letra, y que tan bien sintetizo en pocas palabras todo lo que necesitábamos para levantar nuestros corazones, un milagro hecho mensaje, “Estamos bien, en el refugio, los 33”.
Fue una inyección de energía, en que pudimos expresar todas aquellas emociones encontradas, que durante 17 días guardamos, fue el día en que nos abrazamos, lloramos y celebramos ante el milagro de la vida, fue la clara muestra que la fe literalmente, mueve montañas.
Desde ese momento se escribía la segunda parte de ésta historia. Y es que no era fácil, Ahora, con más fuerza que nunca, debíamos buscar la forma de cómo sacar a aquellos 33 hombres, en una experiencia jamás antes vista en la tierra, y en la historia de nuestra humanidad, como llegaríamos a 700 metros de profundidad, con todos los problemas que presentaba la mina, y lo más difícil, en cuanto tiempo podríamos hacerlo, y en qué condiciones podríamos mantener a nuestros mineros.
La decisión no era fácil, las opciones tampoco, los ojos de todo Chile y el mundo se centraban en la región de Atacama. De nuestras decisiones, dependía La vida de treinta y tres hombres atrapados, pero, por sobre todo, treinta y tres chilenos, compatriotas, el alma de toda una nación, y la credibilidad de un Gobierno estaba en juego.
El campamento esperanza, se volvió nuestro hogar, y las muestras de solidaridad y cariño desde todos los rincones de nuestro país y del mundo entero, no se hicieron esperar. Y es que precisamente, ese es el gran mensaje que debemos observar de todo esto, que consiste en que realizamos todos los esfuerzos como región, país, y humanidad por el respeto y el rescatar 33 vidas, es entonces entorno al milagro de la vida, en que debemos reflexionar ésta tragedia.
Familiares y amigos de los atrapados, todo Chile, y el mundo entero, siguieron al borde del asiento, día a día, minuto a minuto, con interés, amor, y pasión, la historia del Rescate de los 33 mineros.
Hoy, a un año de la tragedia, reflexionamos y valoramos la decisión valiente y decidida de nuestro Presidente, de realizar todo lo que estaba a su alcance para rescatar a los mineros atrapados, valoramos el actuar de cada una de las autoridades nacionales, y de nuestro gabinete regional, de los rescatistas, la empresa privada, los profesionales de diversa índole que participaron, y de todos aquellos seres anónimos, que una u otra forma, pusieron una cuota de esperanza, de fe, un granito de arena en éste milagro, pues la montaña luego de 70 días intensos, históricos e inolvidables, nos devolvió la vida de aquellos 33 mineros atrapados en la Mina San José.