Sr Director:
Dicen que el poder se asocia indefectiblemente a una soledad irremediable. Desde ese poder se puede ser protagonista de epopeyas, situaciones triviales, de tribulaciones y calamidades humanas. El ejercicio de la autoridad puede devenir también en singulares delirios mesiánicos y omnipotentes.
Dicen que esas alturas marean y que la avaricia de los privilegios vuelve febril. Se desarrolla en los sillones privilegiados, un miedo congénito e inconcebible a perder las granjerías, aferrando el poder, como quien sostiene infantilmente un juguete que no quiere soltar, conservando entre los brazos esa pelotita, para que no ruede y nadie juegue, sin saber que esa saciedad aumenta viciosamente el apetito insaciable por más poder.
Pero ¿cuando se pierde el poder? ¿Qué es de aquel que sustentaba la vida en el estrado de su púlpito ególatra? Tal vez ese ocaso inicie una travesía dolorosa, grisácea y por sobre todo descendente:
ALCALDE – EX ALCALDE – CANDIDATO A CONCEJAL – CONCEJAL – Ex Concejal.
Con la velocidad vertiginosa de estos tiempos, Vallenar es testigo del otoño de un patriarca; se llamaba Juan Horacio Santana y fue por siglos alcalde y por sobre todo ex alcalde de la ciudad.
Se le ve cabizbajo, caminando entre el rumor susurrante de la copucha vecinal, exhibiendo las últimas hojas heladas de su otoño, con destino hacia el país donde mueren los ex líderes, coronado por el olvido lapidario en las tierras de la cruenta verdad.
Escrito por: CLAUDIO QUIROGA, CANDIDATO A CONCEJAL POR VALLENAR 2012
Foto: Portada libro Gabriel García Márquez