Lino Sixto Robledo Carrizo nació el 4 de junio de 1921 en el poblado minero de Puquios, ubicado a unos 58 kilómetros al Este de Copiapó. Fueron sus padres Mahuecín Robledo y Gumercinda Carrizo, quienes llegaron desde Argentina (Fiambalá) a través del paso San Francisco. Venían en mulas con sus hijos y Lino en el vientre de la gestante madre.
Años más tarde, establecidos en Copiapó, el niño Lino comenzó su vida educacional en la Escuela Superior N° 1 y la completó en la Escuela de Minas de Copiapó, donde también integró la selección de fútbol escolar y después jugó por la selección de fútbol de la capital regional.
En 1938, durante un partido contra el equipo de viejos cracks de Colo Colo, el cual recorría el país jugando con selecciones locales, Lino convirtió un gol de chilena. Asombrados de sus condiciones, los dirigentes colocolinos le ofrecieron llevarlo a Santiago, pero su padre no lo autorizó porque aún estudiaba en la Escuela de Minas.
Tras cumplir con su servicio militar obligatorio en Calama, volvió a Copiapó y, lógicamente, a la selección de fútbol que, en esa época, les ganó a varios equipos profesionales que llegaron a la ciudad. En esa escuadra alineó junto a Luis “Zorro” Alamos y a Víctor “Nortino” Godoy de Vallenar.
Pronto ingresó a trabajar en Ferrocarriles del Estado en Copiapó, dónde integró el equipo de fútbol representativo de la empresa. Años después fue trasladado a Coquimbo y, posteriormente, a Vallenar dónde se radicó para siempre junto a su esposa e hijos Iver (fallecido en accidente a los 11 años), Fredy, Dixson, Eric, René y Robin, todos ellos deportistas.
FUTBOL SENIORS
Don Lino Robledo fue uno de los creadores de la liga de fútbol seniors en Vallenar: “Primero formamos la liga comercial que tuvo mucho éxito, pero ocurrió que entraba mucha gente joven y los más viejitos querían jugar con gente de su misma edad. Entonces nos animamos a formar la liga de los viejos cracks, para mayores de 38 años”, comentó en torno a esta iniciativa que lideró como presidente.
En sus inicios, los partidos de esta liga se jugaban en las canchas de la Anfa y después en los campos deportivos de Algarrobo. “Nosotros usábamos esas canchas, hasta que un día los directivos se dieron cuenta que peleábamos mucho y no nos pasaron más las canchas”, recuerda.
Por esa razón debieron emigrar a los campos deportivos del club Torino, cuyos dirigentes facilitaron los terrenos. “Allí con nuestras propias manos, a pala, carretilla y chuzo, hicimos la cancha. Sacamos piedras, escombros, basura y maleza”, acota.
Robledo Carrizo también tuvo la oportunidad de jugar por los viejos cracks del Planta Regional, equipo con el cual logró numerosos triunfos deportivos hasta cuando él mismo lo señala: “Se acabó el Lino Robledo deportista”, asumiendo satisfecho que su vida se resume en una sola palabra: Deporte.
Siempre apoyó y fomentó el fútbol para así impulsar la unión, la fraternidad y el compañerismo entre los ferroviarios cuando jugaban en la cancha “Sausalito” que estaba ubicada entre las calles Sargento Aldea, Comercio (hoy Erasmo Escala), Serrano y Atacama, precisamente donde fue construido el nuevo edificio del Liceo San Francisco.
El 24 de abril de 2002 falleció la esposa de don Lino, provocando una gran pena en toda la familia Robledo Godoy y amigos de la Liga Viejos Cracks. La pena y soledad que sentía don Lino ante la partida de su amada compañera leconsumieron sus últimos años de vida, falleciendo el 5 de diciembre de 2011, llevándose en el féretro un balón de fútbol, deseo póstumo que pidió se le concediera cuando partiera de esta vida. “Cuando me muera, quiero que pongan una pelota de fútbol en mi ataúd, para ir a jugar a las canchas del cielo”, confesó al cumplir 85 años.