Chungungo, ese pequeño rincón de la región de Coquimbo, limítrofe con nuestra Provincia del Huasco, guarda entre sus rocas, acantilados y olas la memoria de un tiempo vibrante. El puerto de Cruz Grande, hoy bajo el blasón de un proyecto de la empresa CMP, se erige sobre las huellas de un pasado que aún resuena en la brisa marina. En estos páramos costeros, el hierro del histórico mineral “El Tofo” solía llegar en trenes que, como serpientes de acero, deslizaban su carga hacia la “Dársena”, donde el mar aguardaba con los brazos abiertos a un mundo que se abría a los ojos de los habitantes de Chungungo.
Los viejos del lugar cuentan historias de un tiempo dorado, cuando la electricidad iluminaba cada hogar sin costo alguno. Había una micro, la «Galgo», que serpenteaba por caminos angostos, llevando a los habitantes desde el pueblo hasta las minas, un viaje que parecía un ritual cotidiano. Cada subida y bajada era un eco de la vida en comunidad, de las risas compartidas y los sueños que se tejían entre el polvo del camino.
Pero el tiempo, implacable, desmanteló aquel bullicio en 1978. Las instalaciones sucumbieron, y lo que una vez fue un continuo de vida y expectativas, ahora alberga la esencia de ruinas fantasmas de lo que solía ser. La escuela y la capitanía se mantienen en pie, como guardianes silenciosos de recuerdos. Los barcos que atracaban, llenos de “gringos” y regalos, traían consigo una alegría palpable, una celebración que unía a todos en la costa.
Y así, en medio del abandono de lo que fue otro mundo y otra era, Chungungo comienza a despertar. La riqueza de sus aguas y la biodiversidad cercana al archipiélago Humboldt le devuelven un sentido de propósito. Con el nuevo proyecto del puerto, la esperanza asoma entre las olas, buscando establecer un nuevo rumbo, un futuro que honre la herencia de este lugar tan querido.
Las Ballenas, el principal atractivo del sector costero birregional, gigantes que se intenta proteger por su rol esencial en el ecosistema marino, esos mamíferos que inspiraron a Herman Melville para escribir Moby Dick, pueden ser hoy escuchados en sus distintos tonos, abriéndonos un mundo sobre vías de comunicación entre estos individuos que permiten identificarlos y en un futuro, comprender sus formas de comunicación.
Bajo estas ambiciosas premisas, el año 2023, nace el proyecto de la red de boyas hidroacústicas inteligentes en Chungungo, Región de Coquimbo, una alianza estratégica entre Acústica Marina, empresa de base científica tecnológica, y la Compañía Minera del Pacífico (CMP), marcando un hito pionero en Latinoamérica para la sostenibilidad oceánica.
Conocimos una pincelada de este proyecto cuando en Vallenar, en las jornadas previas al Congreso Futuro, desarrolladas en el Festival de Ciencias del Liceo San Francisco, Claudia Monreal Gerente de Planificación y Desarrollo de CMP sostuvo un conversatorio con los estudiantes acerca del proyecto generando una importante y positiva recepción por combinar en un mismo proyecto inteligencia artificial, biodiversidad y protección a los cetáceos.
Esta red, compuesta actualmente por 4 boyas y en expansión, opera las 24 horas, recopilando datos en tiempo real de sonidos submarinos biológicos, geológicos y antropogénicos, transmitiendo la información a una plataforma de visualización y alertas.
Ubicada en una zona privilegiada por el afloramiento de la Corriente de Humboldt, la red monitorea una biodiversidad marina única, incluyendo grandes cetáceos como ballenas, lo que permite no solo su identificación acústica, sino también la implementación de planes de mitigación efectivos para reducir impactos humanos. Alimentadas por energías renovables y equipadas con inteligencia artificial, las boyas generan alertas en tiempo real para prevenir colisiones y proteger los ecosistemas marinos.
Marcela Ruiz, CEO de Acústica Marina refiere con optimismo: “Este proyecto es la punta de lanza para una red nacional de monitoreo, demostrando cómo la tecnología y la colaboración público-privada pueden armonizar el desarrollo industrial con la conservación. Su éxito lo convierte en un modelo replicable para áreas sensibles, donde la protección de la biodiversidad marina es fundamental, sentando las bases para futuros proyectos que busquen armonizar el desarrollo industrial con la conservación ambiental y la sostenibilidad
Conversamos con el equipo técnico y científico para conocer más a fondo esta experiencia.
Roberto Flores R., es el Director de Tecnología Hidroacústica, quien nos ilustra sobre las características del monitoreo. “Cada especie de fauna marina emite sonidos únicos, que van desde infrasonidos hasta ultrasonidos, muchos de los cuales están fuera del rango de audición humana. El monitoreo continuo de estas ondas acústicas bajo el agua es esencial para comprender y mitigar el impacto de actividades humanas, como el tránsito de embarcaciones, en los ecosistemas marinos. Con nuestra tecnología, podemos detectar la presencia de distintas especies, entender mejor su comportamiento y ayudar a reducir el impacto del ruido en su entorno.”
Por su parte Sebastián Niklitschek, Socio fundador y director de Inteligencia Artificial nos explica que “desde una perspectiva de inteligencia artificial y bioacústica, la capacidad de individualizar ballenas a partir de sus vocalizaciones representa un avance significativo en la conservación y el monitoreo de estas especies sin necesidad de intervención invasiva. Cada especie de ballena posee un repertorio vocal característico en términos de frecuencia, duración y patrones de energía, pero más allá de esto, los individuos dentro de una misma especie presentan variaciones únicas en sus llamados, similares a las diferencias en la voz humana”.
Sobre la identificación de los especímenes Niklitscheknos explica: “Gracias a los modelos de aprendizaje profundo que hemos desarrollado en Acústica Marina, entrenados con grandes volúmenes de datos hidroacústicos, es posible identificar la presencia de cetáceos de diferentes especies. Esto se debe a que las redes neuronales auto supervisadas logran capturar representaciones latentes de los sonidos, permitiendo detectar patrones sutiles que permiten identificar eventos con alta probabilidad de corresponder a vocalizaciones, las que son confirmadas por el equipo para el entrenamiento de modelos bajo un esquema supervisado.
Este enfoque tiene un impacto directo en la conservación, ya que permite el seguimiento de ballenas a lo largo del tiempo sin necesidad de recurrir a marcas físicas o dispositivos GPS, los cuales pueden alterar su comportamiento o representar riesgos para los animales. Además, el monitoreo pasivo basado en inteligencia artificial ofrece una solución escalable y de bajo impacto, facilitando estudios a largo plazo sobre comportamiento y salud poblacional de los cetáceos, por ahora en Puerto Cruz Grande y pronto, en distintas regiones del océano.”
Sobre los desafíos que se vienen para el proyecto Sebastián tiene la película muy clara: “El desafío ahora es seguir refinando estos modelos, mejorando su capacidad de generalización y reduciendo la tasa de error en la identificación. Para ello, la colaboración entre científicos de datos, expertos en fauna marina y acústica es clave, asegurando que nuestras herramientas no solo sean precisas, sino también interpretables y aplicables en el contexto de la protección marina”.
Un proyecto verdaderamente trascendente y con implicaciones globales para el seguimiento, monitoreo y resguardo de las ballenas, pues como dice Melville en su gran obra: «El gran leviatán es la única criatura del mundo que irrevocablemente debe quedar sin ser pintada».
Por HuascoNautas
