Recientes informaciones del diario Llanquihue, de Puerto Montt, culpan al lobo marino de la crisis de la pesca artesanal. Sin embargo, el diario no se refiere a las causas más profundas del problema -pesca industrial, salmonicultura, legislación-, y contribuye a un escenario que justifique la matanza “controlada” que anuncia la autoridad, sobre los más débiles y antiguos habitantes de la costa austral.
“Lobos marinos causan un drama”. “El dolor de cabeza de los pescadores”. “Angelmó en crisis por falta de pescado”. “Pescadores viven su peor invierno”… son algunos de los titulares que el diario Llanquihue (filial de El Mercurio en la X región) ha publicado las últimas semanas, culpando a los mamíferos de la escasez de recursos de los que depende esta actividad, como la merluza austral.
A esto se suman autoridades regionales y de pesca, parlamentarios de todos los partidos y dirigentes zonales de la pesca artesanal, como Jorge Bustos y Alfonso Almonacid. Todos apoyan la tesis y exigen la aplicación de un “plan de manejo” que no es sino la matanza de mamíferos a escala y métodos todavía no determinados.
Las cifras nacionales que se tienen sobre lobos marinos comunes (Otaria Flavescens) oscilan entre 120 mil (Instituto Fomento Pesquero) y 2 millones (Servicio Nacional de Pesca). Una investigación de la consultora Pupelde y la Universidad de Valparaíso, señala que la población aumentó en un 50% entre 1998 y 2008, lo que “habría traído una elevada cesantía en el sector de la pesca artesanal”, según habrían manifestado “los propios hombres de mar”, consigna el diario de la Región de Los Lagos el día 14 de julio de 2010.
No obstante, en un estudio publicado en el Diario de Ciencias Marinas ICES, en octubre del año 2009, la investigadora Ana de la Torriente y sus colaboradores determinaron que la predación de lobos sobre la merluza austral (interacción) era aproximadamente un 2% de lo capturado por la pesca artesanal.
LOBOS COMO CHIVO EXPIATORIO
Este 2% de la interacción “no tiene nada que ver con el descarte de entre un 70 y un 80%”, es decir la devolución al mar de peces capturados (y ya muertos) “por imposición de las compañías españolas que determinan el tamaño comercial de las capturas. Este es, ciertamente, el principal problema de la pesquería de merluza austral”, indica Héctor Kol, de la Asociación Gremial de Organizaciones de Pescadores Artesanales de Aysén.
“El problema del lobo es verdadero, pero hay que acotarlo”, aclara Juan Carlos Cárdenas, director de la Organización No Gubernamnetal (ONG) Ecocéanos. “Sólo hay censos parciales, no hay estudios sobre la composición de estas poblaciones, ni sobre las pérdidas económicas de su impacto. La visión de los políticos y autoridades es lineal, pero el ecosistema marino tiene muchos factores que interactúan y los lobos cumplen un rol que no ha sido tomado en cuenta”, explica el médico veterinario.
A juicio de Kol, la pesca artesanal en la X región “no tiene pescados ni agua”, pero esto no es culpa de los lobos, “sino de la pesca industrial, que ha sobreexplotado y entrado a las aguas interiores”, lo que viola el artículo 47 de la ley de Pesca y Acuicultura, vigente desde 1991.
Cárdenas agrega otra arista: “Hace un tiempo, para explicar la crisis del jurel, se culpó a la jibia. Y eso tampoco reconoció la sobreexplotación industrial”. Hoy se evidencia la lucha entre “los actores más débiles del sistema, lobos y pescadores, que se encuentran reducidos a un pequeño espacio, por la presión de la pesca y acuicultura industrial, y, más profundamente, por un modelo económico salvaje”, apunta el director de Ecocéanos.
La pesca industrial, incluida la de arrastre, instalada en los accesos de las biomasas al Mar Interior de Chiloé y canales del norte de Aysén, “siempre fue denunciada como la responsable de la pérdida de un recurso que, hasta el gobierno de Ricardo Lagos, era 100% de la pesca artesanal. Y Ricardo Lagos no era un lobo marino….”, ironiza Kol, refiriéndose a la Ley 17.913 -llamada Ley “corta” de Pesca- que transformó los peces en propiedad privada.
Para Hugo Arancibia, presidente de la Federación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (Fenapach), el tratamiento brindado al problema por el diario Llanquihue “desvía el tema de fondo, ya que los lobos no son los culpables de la exterminación de los peces. Las pesquerías industriales son las que están dañando el fondo marino”.
EL PAPEL DE LA INDUSTRIA SALMONERA
Con el colapso de la llamada “salmonicultura 1.0”, culminado en 2007 con el virus ISA (anemia del salmón) -cuyos costos asumió el Estado- esta industria se coronó como una de las más tóxicas en Chile, y dejó 20 mil cesantes que no pudieron recurrir a la pesca artesanal -como fuente de autoempleo- por la privatización de los recursos.
Para Héctor Kol, lo ocurrido en la X región “es el desastre ambiental más grande” ocurrido en Chile. A los sedimentos anóxicos, producto de la putrefacción de las descargas orgánicas al agua, se agrega la contaminación del mar con químicos usados para mantención de las jaulas y por el uso de antibióticos (600% más, por tonelada de salmón producido, que Noruega, primer productor mundial) cuyo efecto en seres humanos no ha sido investigado.
Hoy las autoridades regionales coinciden con los empresarios en hablar de una “salmonicultura 2.0”, “de reconocer errores y ser sustentable”, pero para Kol esto es “pura promoción”, ya que la industria es “insustentable por definición y no hay ninguna normativa ambiental aprobada”.
Respecto a los lobos marinos, estos “sufren la destrucción de sus áreas de reproducción y crianza, por la ubicación de las salmoneras. A su vez, los pescadores son desplazados hacia donde los lobos se alimentan habitualmente, por tanto hay una interacción lógica”, explica el director de Ecocéanos. Los recursos pesqueros usados para generar aceites y harinas para alimentar salmones “disminuyen los recursos” y “los miles de salmones fugados de las jaulas consumen las especies nativas de interés para los pescadores”.
Tras varios intentos con su agente de comunicaciones, José Miguel del Solar, no logramos obtener la versión de Salmón-Chile, asociación de salmoneros, aunque se le envió un cuestionario solicitado por él.
SOLUCIONES LEGALES E ILEGALES
Los lobos marinos también son víctimas del sistema. “Hay una caza ilegal sostenida durante todo el proceso de expansión de la industria salmonera”, afirma Cárdenas.
A pesar de la veda que cae sobre su captura, se denuncia que en algunas caletas de la zona pueden comprarse lobos por un valor de entre 100 y 200 mil pesos.
Según Kol, hay denuncias desde 2004, “por asesinatos con armas automáticas en el Estuario de Reloncaví”. En Puerto Cisne (Aysén), los pescadores artesanales denunciaron la existencia de vertederos de lobos “ejecutados por la empresa Los Fiordos”. A estas situaciones se suman numerosas evidencias recogidas por pescadores y ambientalistas.
Alberto Fuentes, biólogo de la Unidad de Biodiversidad y Patrimonio Acuático de la Subsecretaría de Pesca, aclara que el plan para mitigar los efectos de las interacciones del lobo en la X y XI regiones se consultó con todos los actores involucrados y que “no es una matanza, sino un control poblacional, que se hará de la mejor forma posible, siguiendo el código de conductas para evitar maltrato animal”. Fuentes, sin embargo, reconoce que el método de caza y el uso que se le dará a los ejemplares muertos aún no están definidos.
En el proyecto, el plan estima, además, la mantención de las cuotas de captura étnica de la comunidad Kawesquar en Puerto Edén, el diseño de un manual de manejo de residuos, la modificación de las artes de pesca, y el diseño de tecnologías y sistemas disuasivos.
Por otro lado, agrega, se fortalecerán las áreas de conservación del lobo, se regulará la observación y turismo en áreas con presencia de éstos y se certificarán los centros de rescate de mamíferos, reptiles y aves marinas.
Para el Presidente de Fenapach, frente al ataque de lobos a las embarcaciones y la destrucción de los instrumentos de trabajo “el problema debe manejarse de manera sustentable. Por eso no hablamos de matanza indiscriminada, sino de una caza que reduzca esta situación”.
No obstante, Juan Carlos Cárdenas advierte que hoy hay “mayor sensibilidad y dudo que la sociedad chilena acepte estas matanzas sin respuesta”, menos cuando los estudios que “las justifican y llevan a cabo, se hacen con dineros públicos”.
Además, Cárdenas agrega un último elemento: La pesquería artesanal de merluza austral está en proceso de certificación internacional, pero afuera “no aceptarán una pesquería que para desarrollarse extermina lobos. Los pescadores se están disparando en un pie al aceptar estas matanzas”.
Fuente: El Ciudadano