Damnificados por terremoto aplauden rescete minero y solicitan que ahora los ayuden

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Juan Illanes, Raúl Bustos y José Henríquez no sólo son parte de los 33 mineros rescatados en Atacama. También provienen de las regiones del Maule y Biobío, las más castigadas por el terremoto del 27 de febrero. En esa parte del sur del país, los damnificados del sismo celebraron y vibraron con cada hora del salvataje minero. Sin embargo, muchos tienen sentimientos encontrados, pues dicen que han sido dejados de lado por la atención prestada al operativo del norte. A ocho meses del sismo que cambió la vida de miles de familias, los afectados aseguran que aún hay urgencias por tratar. «Estamos contentos porque los mineros salieron con vida y para la ingeniería chilena es fantástico, pero nosotros seguimos esperando definiciones, y en ese sentido estamos un poco abandonados», se lamenta Alfonso Alvear, presidente del campamento El Morro de Talcahuano, donde viven 600 personas. En concreto, reclama que aún no hay claridad sobre la extensión del área de seguridad en el borde costero, o sea, la zona donde no podrán reconstruir sus casas.

Vivos, pero sin refugio

Las comparaciones ya se expresan en forma pública: «Estamos vivos los 220, pero sin refugio», decía un gran lienzo que encabezó una marcha frente a los dañados edificios Manuel Larraín, de Talca, construidos por el Serviu en 1967. «Somos solidarios y el rescate fue increíble, pero ya pasó; ahora hay que poner ojo en las regiones afectadas», recalca Patricio Muñoz, dirigente del grupo. Paola Gatica, vocera del sector 3 del campamento El Molino, de Dichato, agrega que la atención mediática por el rescate de los mineros bajó la presión para que el Gobierno acelerara sus compromisos. «Aún no se entrega el bono de $100 mil, y no se ha habilitado bien la villa. Por ejemplo, no tenemos luz en la sede social, los caminos siguen en mal estado y los baños instalados son insuficientes», sostiene. Gatica apoya el gasto realizado en la Operación San Lorenzo, pero espera la misma disponibilidad de recursos para ellos, «porque nosotros perdimos vidas y nuestras casas». «Si la prensa no está encima las cosas no avanzan, y la atención se fue para el norte», afirma José Aceituno, dirigente de un grupo de comerciantes que aún están instalados en la Plaza de Armas de Talcahuano. «Sólo entre el 20 y el 30% de los locales del centro del puerto están abiertos. El Gobierno ha dado solución para los comerciantes del mercado que se instalará en un sector, pero para nosotros no hay nada», dice. En el Maule piden que la labor ejecutiva del Gobierno en la mina San José se repita en la reconstrucción. «Esa fue una demostración de cómo debe ser el actuar de las autoridades», dijo Juan Cancino (52), quien perdió su casa en Talca y espera acceder a un subsidio habitacional. Y como él, Isabel Faúndez, de la Villa Puertas Verdes, en Constitución, también reclama: «El rescate lo vivimos con alegría y un abuelo hasta colapsó de emoción, pero nuestra realidad es que los subsidios habitacionales están muy lentos. Sólo 36 de 175 familias nuestras los tienen».

521 muertos y 76 desaparecidos causó el terremoto del 27 de febrero último.

2 millones de damnificados dejó en la zona central, donde vive el 75% de la población del país.

US$ 30 mil millones fue el daño provocado por el sismo, lo que representa el 18% del producto nacional.

US$ 8.400 millones de inversión pública se requerirán para la reconstrucción de la zona afectada.

 370 mil viviendas resultaron con graves daños. De ellas, 200 mil fueron destruidas.

70.489 viviendas de emergencia se construyeron en las regiones azotadas por el terremoto, superando así la meta inicial de 45 mil.

Catastro de Monumentos Nacionales dimensiona impacto del sismo en el patrimonio histórico: 54% tiene algún daño

El impacto del terremoto del 27 de febrero en el patrimonio chileno quedó finalmente dimensionado en un catastro que el Consejo de Monumentos Nacionales presentó a la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. Según el recuento, el 54% de los monumentos nacionales sufrió algún tipo de daño. En el estudio se catastraron monumentos individuales y zonas típicas, aunque hay más información disponible en el segundo caso. En las regiones más golpeadas por el sismo -O’Higgins, Maule y Biobío-, veinte zonas típicas sufrieron daños. «En el área afectada se arruinó principalmente el patrimonio religioso y viviendas de la época colonial», explica Óscar Acuña, secretario ejecutivo del Consejo. El daño es tal que ni siquiera hay una estimación de cuánto habrá que invertir para recuperar las construcciones afectadas. «No tenemos claridad aún de cuánto costará la reconstrucción, cuánto tiempo nos tomará ni si podremos salvar la totalidad del patrimonio, por lo que nos enfrentamos a una situación muy compleja», reconoce Acuña. Luego del terremoto, el Consejo de Monumentos invirtió todos sus recursos para emergencias en materiales para cubrir las construcciones, como plásticos y listones de madera. Además, la Subsecretaría de Desarrollo Regional traspasó $500 millones al Programa Puesta en Valor del Patrimonio para realizar directamente, previa licitación, obras menores de emergencia que buscan asegurar la integridad de las construcciones a la espera de la restauración definitiva. Hasta ahora, los proyectos más avanzados son aquellos que se impulsan con apoyo de privados. Por ejemplo, la minera Cerro Colorado trabaja en la restauración de la Casa Cuna de Prat en Ninhue, la minera Barrick con la zona típica de Vichuquén y la división El Teniente de Codelco con la iglesia La Merced de Rancagua.

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