El ascenso de los mineros a través de un ducto de 622 metros de largo y 66 centímetros de diámetro tiene sus riesgos por la posibilidad de desprendimiento de rocas, pero también por la carga sicológica que implica esta operación, según señalan expertos. A medida que se acerca la hora del rescate, estimada en la medianoche del martes, aumenta el nerviosismo sobre el operativo final, que incluye el ascenso a través del ducto en una cápsula de 4 metros de alto y 450 kilos de peso para subir el equivalente a un edificio de 250 pisos. Las altas expectativa de los familiares y una opinión pública sobreinformada, es contrarrestada por la prudencia del ingeniero jefe del rescate, André Sougarret, quien advierte sobre los riesgos de esta operación. «Siempre hay riesgo al transportar personas en un sistema vertical», dijo Sougarret hoy en su conferencia de prensa diaria en la mina. «El riesgo tiene que ver con la caída de rocas y que alguna de las cápsulas se atasque. Pero tenemos mecanismos para desatorarlas», agregó. Por su parte el ministro de Salud, Jaime Mañalich, considera que el mayor peligro es que los atrapados sufran un ataque de pánico durante el ascenso. «Esto se puede producir porque subirán en un vehículo que se desplaza por roca viva y cuyo flujo no es simétrico, además soportando vapor de agua con una temperatura de 30 grados», dijo Mañalich. De hecho las dificultades previstas por el ascenso llevaron a escoger a los más hábiles entre los primeros que vayan a salir, porque ellos pueden ir reportando los «sobresaltos» y así avisarles a los demás. Según el comandante de la Armada Renato Navarro, quien participa en el operativo de rescate final, los primeros en salir «no son necesariamente los más jóvenes pero sí los más hábiles». «Ellos nos podrán decir cómo fue el viaje desde el punto de vista del minero. Si al principio se siente un ruido enorme o al final, para avisarle a los demás y que estén tranquilos», dijo. Los mineros serán izados a la superficie provistos de oxígeno, equipo de comunicación y arneses de alta tecnología que miden los signos vitales de cada uno de ellos. También tendrán ropa de material especial, guantes, agua y gafas oscuras para que no sufran daños oculares tras tanto tiempo en la oscuridad. Todo para prevenir cualquier problema en los más o menos 15 minutos que dura el ascenso. Para minimizar el riesgo de caída de rocas, se decidió revestir el ducto con un tubo metálico en los primeros 96 metros, aunque un problema en uno de esos tubos obligó a detener el encamisado en los 56 metros. A pesar de eso, la cápsula fue descendida por el ducto hasta los 610 metros con resultados optimistas, según el ministro de Minería, Laurence Golborne. «La cápsula se comporta muy bien dentro de ducto, se adapta al desplazamiento con encamisado (revestimiento) y sin encamisado. No existe movimiento de bamboleo dentro de la cápsula. No existe la caída siquiera de polvo dentro de este ducto», agregó el ministro. De cualquier modo hay un mecanismo previsto en caso de que la cápsula se trabe: el minero puede activar una palanca que separa la parte superior y la inferior de la jaula. Esta parte inferior, con el minero bien sujeto allí por su arnés, desciende hasta el fondo mientras se soluciona el problema. Algunos expertos recomendaron el revestimiento total del ducto, pero según Omar Gallardo, profesor de ingeniería en Mina de la Universidad de Santiago, «el riesgo que podría haber es el desprendimiento de alguna roca, pero es mínimo». «Eso podría hacer que se trabe la cápsula», dijo Gallardo. «El encamisado de los primeros metros reduce ese riesgo; la roca viva parece estar muy firme, por lo que es importante probar bien la cápsula, varias veces en subida y bajada», agregó. Hace unos días el director de la cátedra de ingeniería en Construcción de la Universidad Central, Miguel Mellado, opinó que «no encamisar es tremendamente frágil e inseguro para el mismo rescate. Podría desprenderse roca, con un riesgo muy alto para la gente que está en la parte inferior, o que se pueda producir una obstrucción en la vía de rescate».
Fuente: Emol