Columna de Jaime Mulet Martínez

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Las últimas elecciones y  la energía nuclear.

Por Jaime Mulet Martínez

La contienda electoral última,  y recurrentemente ha sido así durante los últimos años, se desarrolló en un ambiente de escasez de contenidos. La difusión de temas de fondo controversiales e importantes para la ciudadanía solamente se dieron y en un formato limitado  en los debates televisados de los candidatos presidenciales. Pero en las contiendas parlamentarias desgraciadamente no. En los hechos los ciudadanos votan en una importante mayoría sin  saber que piensan los candidatos sobre temas de fondo. Mas bien son estereotipos de las dos fuerzas que como duopolio controlan el poder desde 1989, la  Alianza y la  Concertación, que dicho sea de paso, sus diferencias son mas bien históricas, donde se cruzan absolutamente por el eje  Pinochet Dictadura, Allende Unidad Popular, ya que en materias sociales y económicas son similares. Ambas sostenedoras de un modelo político centralista y de un modelo económico social que declaran justo y exitoso, donde no caben los disensos. Ello precisamente es a mi juicio la causa principal de la ausencia de debate.
En la campaña senatorial del 2009, donde competí desde el regionalismo intentando romper el duopolio político, ante la ausencia de debates televisivos o radiales y ante la indiferencia de algunos medios  de recoger los elementos diferenciadores de los candidatos, difundí  públicamente (incluso mediante letreros alusivos) mi postura contraria a la energía nuclear. Sospechaba con razón que los promotores de esta energía vieran  el Norte de Chile como un logar idóneo para una central nuclear. Todavía quedan algunos letreros con mi tenaz oposición por allí colgados que dan cuenta de ello. Fui el único candidato que exteriorizó esa posición. Recuerdo que por los medios de comunicación  nacionales tradicionales daban cuenta del interés de sectores económicos y dirigentes de instalar centrales nucleares en Chile. Estimaba ético y  necesario que los electores conocieran mi opinión sobre esa materia. El terremoto y maremoto del Japón me dió la razón, el desastre de la central nuclear de Fukushima y las nefastas consecuencias que ha provocado y que todavía son difíciles de dimensionar ha generado en todo el mundo  fuertes corrientes ciudadanas contrarias a las centrales nucleares, incluso con consecuencias en gobiernos sólidos como la derrota que sufrió hace algunas semanas en Alemania el partido de la Canciller de ese país Angela Merkel, al perder su alianza CDU-SDU su dominación histórica sobre algunos «Lands».
No debemos olvidar el desastre japonés, como no debimos olvidar el de Chernobyl que dejo cientos de miles de victimas. En Chile no debe haber centrales nucleares, los argumentos hoy son evidentes, somos un país extremadamente sísmico tanto como el Japón, los deshechos nucleares permanecen activos por centurias, etc. Pero la memoria es frágil, máxime cuando quienes defienden la opción nuclear cuentan con millonaria ayuda y difusión.
El capítulo de la energía nuclear en nuestro país debe cerrarse definitivamente, no más estudios ni gastos. Dediquemos esos dineros a estudiar las energías renovables no convencionales, donde Chile tiene innegables ventajas para desarrollarlas en prácticamente todo su territorio. La energía eólica, la mareomotriz, la solar, minihidráulica, que son 100/100 chilenas, limpias e inagotables esperan. En ellas deben centrar el esfuerzo el Estado y  los privados. Nuestro país se debe cerrar absolutamente a la opción nuclear para generación eléctrica.

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