No más Hiroshima

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Sr Director:

8:15  a.m. “Litle Boy”, se desprende del “Enola Gay”.
La explosión deberá verificarse 43 segundos más tarde. Aquel breve lapso transcurrirá rapidamente. En el recuerdo de los supervivientes el primer momento de la explosión no fue más que pura luz cegadora, intensa, cambiante, pero de una aterradora belleza.
Un testigo la ha descrito como un relámpago que de blanco, se torna rosado, luego azul, siempre subiendo y extendiéndose. La impresión era unicamente visual, si hubo ruido, nadie lo oyó.
Primero vino el calor, no duró más que un instante, pero fue tan intenso que fundió las tejas de las casas, se volatizaron las partes más oscuras de los vestidos, mientras que las partes más claras no eran siquiera chamuscadas: En la piel quedó grabado en sus menores detalles el dibujo del kimono estampado de flores y de uno de ellos sólo quedó la sombra estampada en un muro como se aprecia en  la fotografía.
Después del calor vino la onda expansiva con la violencia de un viento de 800 kilómetros por hora, los habitantes de Hiroshima sufrieron otras calamidades; “La Lluvia Negra”, las gotas negras eran de tamaño de bolitas, este espantoso fenómeno resultaba de la evaporación de la humedad en la bola de fuego y de su condensación en la nube que de ella surgía.
Esta lluvia aumentó el pánico de las personas, ya enloquecidas por todo lo que se les había venido encima.
Después vino el viento que arrancó de raíz enormes árboles en los jardines públicos donde se reunían los supervivientes, azotando violentamente los ríos, levantando olas de gran altura, ahogando a muchas personas que se habían metido en el agua para escapar del calor y al fuego.
Según una leyenda japonesa, cada 6 de agosto las almas de las víctimas de esta hecatombe nuclear vuelven a Hiroshima para pedir “que no se repita más el error”. Al atardecer de ese día los habitantes de la ciudad mártir se reúnen en el Parque de La Paz junto al río Ota y el Domo Atómico, único edificio que permaneció en pie después de la explosión y declarado monumento nacional.
Los habitantes construyen bellos faroles de papel y madera con el nombre de cada una de las víctimas para depositarlos en las aguas para que vuelvan al más allá comprometiéndose a continuar por la senda de la paz y llamar al mundo a terminar con las armas nucleares bajo el lema:
“NO MAS HIROSHIMA”

EN RECUERDO DE LAS VÍCTIMAS QUE CONOCÍ.

RAÚL OMAR TURRES Q.

 

Foto: Raúl Omar Turres

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