El pasado 10 de noviembre se recordó una fecha triste para la provincia del Huasco, y en especial para Vallenar, el terremoto de 1922. Han pasado ya, 89 años de aquella fatídica noche en la que desde lo alto del valle hasta la costa de Huasco, la tierra remeció nuestros cimientos y la fuerza y energía de la pachamama brotó con un bramido ensordecedor. Estamos prontos a conmemorar la centuria de aquel hecho que quitó la vida de más de 500 personas de la zona, y que sus 8,5º en la escala Richter, aún son recordados con temor por los sobrevivientes de aquel desastre.
VACÍO SISMICO
Ad portas de conmemorar los cien años del terremoto de 1922, nos cabe preguntarnos, si realmente estamos preparados para vivir una nueva situación de ese tipo. Sabemos, debido al terremoto del sur en febrero de 2010, que aquel episodio fue precedido por un vacío sísmico, término que significa que es una zona donde se estaría acumulando gran cantidad de energía por la ausencia de movimientos telúricos de consideración.
Los estudios dan cuenta que, de manera aproximada, cada 150 ó 200 años, debiera registrarse un terremoto con tsunami en el norte del país. Frente a ello y según las estadísticas del geólogo y doctor en Ciencias Naturales de la Universidad de Atacama, Wolfgang Griemel último gran movimiento en la región data del 10 de noviembre de 1922, oportunidad en que más de 800 personas perdieron la vida y cerca del 40% por ciento de las casas terminaron en el suelo. Eso sumado a un tsunami que afectó a la zona costera de Atacama. “Estamos claros que esta energía siempre se va a acumular, pero la pregunta es cómo saber el momento en que esto se manifestará a través de movimientos telúricos y esto es muy difícil. En el área de la estadística de movimientos en Atacama los registros son de muy corto tiempo, hablamos del 1600 ó 1700 no más que eso. Por ello, de manera científica predecir un terremoto bajo este análisis es bastante dudoso, por lo que nunca se sabe como se libera la fuerza”, aclara el académico en entrevista al El Diario de Atacama.
En diversas entrevistas a medios televisivos, el geográfo y físico, Marcelo Lagos ha explicado que, al contrario de lo que se cree comúnmente, los sismos fuertes no liberan energía, de hecho, “las placas con estos temblores se tenzan más (…) la única manera de que se libere (la energía) es a través de un gran terremoto”, que es el que se espera en un futuro próximo en esta parte de Chile, por tener “la laguna sísmica (ausencia de terremotos) más prolongada del país. Ese récord lo tenía la octava región, hasta el 27 de febrero del año pasado, así que por lo mismo los ojos de todos los sismólogos del mundo están puestos en esa zona”.
Zona que según el experto está delimitada entre las zonas de Tocopilla y Arica, en un margen de distancia de 630 kilómetros.
ESTACIONES DE MONITOREO
En un ciclo de charlas sobre geofísica marina, placas tectónicas y sismología, dictado por la Universidad de Atacama, se señaló que nuestra región sólo cuenta con tres estaciones de monitoreo a cargo del servicio sismológico, pero que no conoce estudios de la región, sólo algunos estudios de la deformación de la zona subducción costera. Esto choca con la cantidad mínima de sismógrafos que debería haber en Atacama para realizar estudios con significancia científica y relevancia empírica, unos 25 aparatos.
“De Antofagasta hasta Arica está muy bien instrumentado, por lo tanto el déficit está desde el sur Antofagasta hasta el norte de Vallenar. Hay una responsabilidad compartida. Por una parte las universidades tienen que tomar la responsabilidad científica y el Estado debe crear instituciones robustas”, señaló Daniel Carrizo, doctor en Geología invitado en la oportunidad.
Más que asustar o provocar pánico, la idea es que estemos preparados ante cualquier situación de peligro, y que en nuestro hogar y con nuestras familias, sepamos cómo actuar ante un sismo de gran magnitud.
Fuente: La Estrella del Huasco