NOS HEMOS planteado el desafío de mejorar la calidad del aire de todo el país, poniendo énfasis en la protección de la salud de las personas. Por eso, la norma de calidad del aire para material particulado fino (PM2,5) que entró en vigencia este 1 de enero influirá en el monitoreo de la calidad del aire y control de emisiones de contaminantes; en el transporte y la industria; en la calidad de los combustibles; el tipo de calefacción que deberemos usar, y en las exigencias que deberán cumplir los proyectos que ingresen al Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental.
El objetivo de esta nueva normativa es dar mayor protección a las personas. Estamos satisfechos, ya que se adelanta en 10 años la propuesta original planteada por el gobierno anterior. Esto es un logro, especialmente porque su elaboración se había iniciado en la década de los 90.
Para adecuarnos a esta normativa, en 2011 iniciamos el fortalecimiento de las capacidades de monitoreo de calidad del aire a nivel nacional, y esperamos culminar este gobierno midiendo este contaminante en todas las ciudades de más de 100 mil habitantes y mejorando el acceso público a los datos de calidad del aire. Este 2012 avanzaremos en la declaración de las zonas saturadas, para luego abordar los planes de descontaminación necesarios. Esto implica asumir los numerosos desafíos en términos de contaminación atmosférica que encontramos en ciudades del sur de nuestro país.
Adelantándonos a la entrada en vigencia de esta norma, hemos elaborado normativas que permitan controlar las emisiones de contaminantes que producen el PM2,5. De hecho, hemos enfrentado procesos normativos que en algunos casos se arrastraban desde la década de los 90, como la norma que regula las emisiones de las centrales termoeléctricas, lo que reducirá el material particulado fino en zonas como Puchuncaví, Huasco, Coronel o Tocopilla. Y como queremos seguir avanzando, ya iniciamos la nueva normativa para reducir las emisiones de fundiciones de cobre, anteproyecto que esperamos publicar en marzo de este año.
En el caso de ciudades como Temuco y Coyhaique, desde el 2010 hemos implementado una estrategia, la que contempla el mejoramiento de las viviendas, el recambio de los calefactores, incentivos para mejorar la calidad de la leña y una nueva norma que regula las emisiones de los artefactos.
En Santiago, Concepción Metropolitano, Rancagua, Gran Valparaíso, hay mayor diversidad de fuentes, y cobra especial relevancia el impacto del transporte en este contaminante. Por eso estamos impulsando un proceso para aumentar las exigencias a vehículos nuevos y existentes.
En Chile sabemos cómo enfrentar el desafío que nos impone esta nueva norma. La gestión de la calidad del aire en la Región Metropolitana ha permitido reducir este contaminante desde un promedio anual de 69 ug/m3 en los 90, hasta los 27 ug/m3 en 2011. Desde ahora nos concentraremos en identificar las medidas adicionales que son necesarias para alcanzar la norma de 20 ug/m3.
Estamos convencidos de que la implementación de esta norma permitirá promover un desarrollo económico y no al revés. El mejor ejemplo de que esto es posible lo encontramos en la Región Metropolitana, que ha reducido el 60% del PM2,5 en dos décadas, mientras que el PIB regional casi se ha triplicado.
María Ignacia Benítez
Ministra de Medio Ambiente