Sr Director:
Es como montar una obra de teatro cuyo argumento es el siguiente: “Tiempo mínimo, lugar público, cero relación víctima-victimario, ausencia de progresión en el abuso, escándalo y consecuencia.
“Ley hecha, ley deshecha”, así dice un antiguo aforismo, cuando comenzó a regir el Nuevo Procedimiento Penal, algunas personas se dieron cuenta que era muy fácil vulnerar lo tipificado como abuso sexual y como en el cuento del tío con grandes beneficios económicos.
Para ello no es necesario presentar pruebas, basta una acusación y el informe sicológico de una institución que dé credibilidad al relato de la presunta víctima.
El hecho más fehaciente es el de Pablo Mackenna, una mujer que prepara un escenario para hacer caer a un incauto en una trampa comercial, se elige un lugar al que concurra gente con grandes recursos económicos, en este caso, el Casino, se coloca a la “víctima” en un lugar visible como carnada, la madre vigila de otro lado hasta que el pescado muerde el anzuelo, una vez producido, ella sale de su escondite y arma el escándalo, la idea central es acusar por abuso sexual. tomar detenido al presunto autor, llegar a los tribunales y exigir una alta compensación económica , sabe que esa persona evitará el juicio pagando lo que sea para evitar ser enjuiciado públicamente con las consecuencias morales que le ocasionaría entre sus pares.
Lo otro es seguir el juicio en que la parte querellante puede presentar los testigos que desee, no es necesario haber estado presente en el sitio del suceso y la documentación que permita presentar al acusado con características de “que podría haber cometido lo que se le imputa”.
Por otro lado los Fiscales saben que tienen que evitarle gastos al Estado, lo que significa seguir un juicio oral, el caso “Bombas” es el más reciente en que el estado deberá pagar un millón de dólares por las costas.. Aquí el Fiscal convence al acusado de llegar a un advenimiento y recibir una pena menor y no las que corresponderían en caso de perder el juicio oral, aquí el estrés. El miedo y la incertidumbre hacen su efecto.
A Pablo Mackenna lo salvaron las cámaras de vigilancia y como dijo su amigo el “huevo” Fuenzalida los que no tengan cámaras están sonados.
Atentamente
Omar Turres