Por Mad Max, el panificador
“Hacer la vista gorda a pequeños deslices, a veces puede ser lo más sabio”, decía el viejo filósofo chino de Corea del Centro Shin Esclúpulo. Tal vez debió escuchar ese consejo, el saliente líder pelirrojo de las tierras de Santa Rosa de Freirina y se habría evitado el disgusto de darle pauta a una polémica evitable que (increíblemente) consiguió fácil cobertura nacional, tirando un poco de barro sobre una gestión que en la raya para la suma, resulta sobresaliente. Y es que claro, el olfato goleador de uno de los parlamentarios más indestructibles en la historia de la República, Jaimlander, vio la oportunidad de rematar y se despachó un golazo de esos que necesita urgente la selección de Gareca.
Pero más allá de toda contingencia política y electoral (hay que recordar que llegaron los vientos de campaña), más allá del ratoneo y el rédito político que muchos candidatos vieron como posibilidad de ventaja, cabe preguntarse, si realmente cometió un error el Municipio al denunciar el hurto hormiga que habrían detectado al interior de un hogar que protege a niños, niñas y adolescentes. Cabe preguntarse si la seriedad adoptada por el Ministerio Público por un eventual delito, aunque menor, fue realmente excesiva cuando las víctimas son los más desprotegidos de nuestra sociedad. Cabe preguntarse, si bajo el contexto de la protección a niños de un hogar, el Juez fue tan draconiano como se le ha hecho ver.
Claro que suena fuerte oír que “se fueron a la cárcel por 10 panes duros” en momentos en que la sociedad está escandalizada por el caso Hermosilla y sus ucranianas, rusas y argentinas de pago por influencias de alto calibre.
Pero más allá de esa contingencia y salvando las distancias, ¿debía el Municipio hacer la vista gorda frente a una afectación directa a los derechos de los niños de una residencia que ellos mismos administran?
Las malas experiencias que históricamente hemos conocido del exSenama y sus organismos “colaboradores”, que partían con pequeñas ligerezas de control cooptaban luego en desgarradoras situaciones de negligencia y malos tratos, por lo que fiscalizaciones más rigurosas en casos donde se involucra el derecho de NNA parece más sensato, aun cuando resulte impopular.
Las decisiones impopulares revelan el verdadero carácter y la seriedad de las instituciones, y sus líderes en tiempos donde es más sencillo buscar el aplauso de las redes sociales, ocultar la cabeza a las decisiones complejas y esperar que nadie note la tormenta que se está formando.