Ya parece que no habrá marcha atrás respecto de la reelección de los alcaldes-aunque una ley interpretativa u otra triquiñuela de último minuto podría cambiar esto- por lo que el triunvirato de centroizquierda provincial, compuesto por Tapia, Loyola y Orellana, parece llegar a su final, pues de los tres solo este último podría seguir en una carrera que muy probablemente ganará sin mayores sobresaltos, a menos que la derecha ponga todos sus recursos en apoyar alguna figura nueva y de rostro femenino que podría acortar las distancias y dar un vuelco.
Mientras tanto, el panorama en Vallenar y Huasco comienza a llenarse de expectantes potenciales candidatos de colmillos afilados, situación más que propicia para que una derecha ordenada presente un candidato único y pueda derrotar a una oposición rica en desacuerdos y que no logra coincidir en programas ni nombres para defender a los dos municipios más importantes de la provincia. Huasco y Vallenar son pieza clave en el desarrollo laboral de la provincia y tras la crisis y recesión que se espera tras la pandemia, no es arriesgado suponer que desde Santiago se vuelva a observar la provincia como una zona de ensayo y error para destinar nuevos proyectos industriales fast track, como ya ocurrió con Agrosuper en el pasado, especialmente si los Municipios de Vallenar y Huasco pierden a sus emblemáticos alcaldes. Es sabido cuanto más fácil resulta pasar proyectos socio-ambientalmente reprochables en contextos de cesantía y desesperación, como una solución de caridad con las pobres gentes de provincia, lección aprendida en carne propia con Barrick en el Valle, como parte de la doctrina del schock aplicable a las zonas de sacrificio en beneficio del Centro ubicado en el sector oriente de la Capital. Podrá gustarte o no el estilo y la obra de los salientes Tapia y Loyola, pero nadie podría acusarlos de que a la hora de plantar cara al centralismo se lo tomaran con relajo. Fueron un dolor de cabeza para cada Intendente y se inmiscuyeron en la discusión de grandes temas mineros y ambientales sin invitación alguna. No obstante esas intromisiones, la ausencia de sucesores de sus respectivos proyectos políticos debiera generar más incomodidad que alivio entre las empresas, mal que mal, pese a las continuas presiones y exigencias sobre las mismas, nunca abandonaron la posición de diálogos y trabajo mancomunado, cuestión que quedará en la incertidumbre de cara a los alcaldes del futuro. Algunos observan con buenos ojos la posibilidad de que Loyola se aventure por Vallenar, pero esa posibilidad se mantiene clausurada por ley, al menos de momento, al igual que vieja la aspiración del sindicalista Tapia por llegar al parlamento.
No hay sucesor en la capital ni en el puerto. Al parecer volveremos al aburrido remake de la competencia entre Santana en su “eternoretornógrafo” y otros viejos tercios del ayer con la fe intacta en el botín antes que en el desafío, mientras que en Huasco, el que debía ser el sucesor natural de Loyola, tanto por el conglomerado como por unas credenciales bien sobre explotadas como ecologista local, el concejal más votado del pacto, parece haberse extraviado en la antípodas del querer ser por querer ser, sin dar muestras de preparación ni evolución personal, y hoy parece tanto más cercano al partido de Jaime Guzmán como un fiel guardaespaldas del concejal RN, que astutamente lo arrastró al lado oscuro y le ha servido mansamente para su propia aspiración de llevar a la derecha de vuelta a un sillón edilicio que les ha sido esquivo desde que lo gobernaron bajo el auspicio de los fusiles en la dictadura de Pinochet.
Nada de esto sería materia de análisis, si las elecciones se jugaran en su oportunidad, esto es, en Octubre de este año, pues las inhabilidades no habrían aplicado. Ahora la sopa está revuelta, y si la izquierda no se ordena detrás de un proyecto único, quedará servida para que los capataces de ese patrón del mal, el dueño de pueblos, que como el Ojo de Saurón todo lo observa desde lo alto de un Ministerio, se sienten al festín con su garrote cavernario y su carpetita de negociados.

Charly Purple, es el seudónimo como escritor del abogado huasquino Carlo Mora.