La reciente aprobación ambiental al proyecto de la Compañía Minera del Pacífico (CMP), que permitirá reemplazar el uso de carbón por Gas Natural Licuado (GNL) en la Planta de Pellets de Huasco, representa un hito relevante no solo en términos de inversión y modernización, sino también como señal clara de que las exigencias medioambientales en nuestra provincia están siendo tomadas en cuenta y tramitadas con seriedad.
En un territorio históricamente tensionado por la relación entre la actividad industrial y la calidad de vida de sus habitantes, el hecho de que un proyecto de esta envergadura haya superado las instancias del Servicio de Evaluación Ambiental es un avance que merece destacarse. No se trata únicamente de una modificación técnica: es una adecuación concreta a los lineamientos de la Ley Marco de Cambio Climático, que obliga a empresas y comunidades a transitar hacia operaciones más limpias, con miras a alcanzar la carbono neutralidad al 2050.
La construcción de una Planta Satélite de Regasificación y la implementación de quemadores con tecnología de bajas emisiones son parte de una inversión de 15 millones de dólares que, más allá de su cifra, tiene un fuerte valor simbólico: el mensaje de que el desarrollo industrial puede y debe ir de la mano con la protección ambiental.
En el caso del Huasco, donde la población ha manifestado en reiteradas ocasiones su preocupación por la contaminación atmosférica y sus efectos en la salud, esta aprobación no debiera ser vista como el punto de llegada, sino como un punto de partida. Es la demostración de que la tramitación ambiental rigurosa es una herramienta que permite equilibrar el crecimiento económico con el bienestar comunitario.
Las autoridades regionales y locales deben continuar vigilantes, velando porque el cumplimiento de cada compromiso sea efectivo y verificable, mientras la comunidad debe mantener su rol activo en exigir estándares más altos de calidad de vida.
Hoy, Huasco recibe una noticia alentadora: la industria da pasos hacia procesos más limpios. Pero la meta final sigue siendo la misma: que el desarrollo nunca sea a costa de la salud de las personas ni de la riqueza natural de nuestro territorio.
