En Santiago, trabajando y siguiendo por televisión el comienzo de los operativos de rescate de los 33 mineros atrapados desde el 5 de agosto en la mina San José, pasaron ayer el día los dueños de este yacimiento, propietarios de la minera San Esteban, Alejandro Bohn (45) y su cuñado Marcelo Kemeny (46).
En el entorno de los empresarios explican que ambos han mantenido un perfil bajo en las últimas semanas, pero han estado disponibles para las coordinaciones con el gobierno y el experto facilitador, el economista Jorge Quiroz, nombrado por la junta de acreedores para determinar el futuro de la compañía y sus activos.
Fuentes del sector explican que el alejamiento de los empresarios se remonta a una semana después del hallazgo con vida de los 33 mineros, el 22 de agosto. Ese día Kemeny se encontraba en Copiapó y alertó telefónicamente a Bohn de lo que ocurría, por lo que éste se desplazó en avión hasta la zona. «No es el momento de asumir culpas ni perdones, hay procesos de investigación», dijo Bohn entonces.
Kemeny y Bohn tampoco se han desplazado hasta el campamento Esperanza, donde sus cercanos afirman que podrían ser considerados un elemento distractor para las familias. Tampoco han tenido contactos recientes con el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Sus ausencias han sido criticadas por los familiares y ayer fue cuestionada por la presidenta del sindicato de San Esteban, Evelyn Olmos, quien resaltó que «ellos deberían estar aquí, tratando de apoyar en el rescate y verificando que los compañeros salgan. Deberían haber llegado».
Apariciones públicas
La última vez que los empresarios hicieron una aparición pública fue el 1 de octubre, en la audiencia de formalización que se realizó en Caldera por el derrumbe que el 3 de julio le costó al operario Gino Cortés la amputación de una pierna.
En la oportunidad -en que fueron imputados por lesiones gravísimas y se decretó arraigo nacional para ambos- fueron fotografiados, pero evitaron hacer declaraciones.
La semana pasada volvieron a la zona, específicamente a Copiapó, pero sólo se dejaron ver en las reuniones a las que asistieron por el préstamo de $ 180 millones que Enami efectuó a San Esteban y que se utilizó para pagar los sueldos de septiembre de los más 300 trabajadores.
En el entorno de los empresarios explican que ambos esperarán el fin de las faenas de rescate para resolver cuándo se referirán a lo ocurrido tras el derrumbe.
Escenario complejoindemnizatoria por $ 4.900 millones que familiares de los trabajadores atrapados presentaron a fines de septiembre en contra de los dueños de la empresa, a la que podrían sumarse otras acciones civiles y penales.
Fuente y Foto: La Tercera