Asistencia a sala cuna y jardines infantiles: Vitales para la participación laboral femenina

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El cuidado de niños y niñas en edad preescolar ha sido identificado como una de las principales barreras a la participación laboral femenina. En los últimos cuatro años, la política pública en Chile se ha focalizado, justamente, en la expansión de este servicio para ampliar las opciones laborales de las mujeres de menores ingresos. El análisis del tema fue abordado en el seminario “Cuidado infantil en Chile: las barreras vigentes y desafíos futuros”, organizado por ComunidadMujer a la luz de los resultados de Voz de Mujer del Bicentenario, la primera encuesta nacional sobre mujer y trabajo en Chile, que dio cuenta hace unos meses de un importante aumento de la participación laboral femenina en el país (60,6%).

Voz de Mujer, estudio inédito, cuyo trabajo de campo consistió en consultas cara a cara a 3.000 mujeres residentes en zonas urbanas de todo el país, reveló, entre otros, que el 85% de las mujeres que utilizan o han utilizado salas cunas y el 69% de las que utilizan o han utilizado jardines infantiles señala que éstos le facilitaron su opción de trabajar de forma remunerada. La académica de la U. de Chile Patricia Medrano presentó un estudio econométrico con una base inédita, a partir de los datos del Voz de Mujer, que dio cuenta de que el efecto sobre la participación de la mujer en el mercado del trabajo debido al uso de sala cuna y jardín infantil se estima en un 15%, aproximadamente. Esperanza Cueto, presidenta de ComunidadMujer, indicó que “vemos hoy a las mujeres chilenas en una encrucijada. Por un lado, ellas pueden ingresar al mercado de trabajo en mayor proporción que hace algunos años, apoyadas de una red de educación escolar y pre-escolar más amplia. Pero, por otra parte, las vemos en una tensión permanente entre el rol materno que le otorga una poderosa identidad y, a la vez, las conflictúa”.

Cómo, si no, se pueden interpretar las respuestas de éstas respecto de las razones por las cuales no utilizan los servicios de cuidado temprano disponibles. “Por ejemplo, existe el mito de que las madres chilenas no quieren llevar a sus hijos e hijas a sala cuna porque éstos se enferman. Sin embargo, tan sólo 4% de nuestras entrevistadas que no utilizan los servicios esgrimen esta razón. Alrededor del 60% de los argumentos se concentran en ‘no necesito’, ‘no confío’ y ‘nadie como la madre’”, agrega. Lo complejo de dicho escenario es que son esas mismas mujeres las que enfrentan la disyuntiva de cómo financiar una mejor educación para sus hijos. Finalmente, recalca el momento histórico que vive el país, haciendo un llamado a los miembros de la Comisión Mujer, Trabajo y Maternidad, respecto de abordar la posibilidad de generar no sólo mejores condiciones de acceso laboral para las mujeres: “estamos frente a una puerta que podría llevarnos paulatinamente a una sociedad más justa, donde la igualdad entre los géneros no sea sólo un objetivo en el papel, sino una realidad”. La ministra del Sernam, Carolina Schmidt, recalca en la importancia de tratar estos temas no como exclusivos de la mujer, sino como asuntos que competen a toda la sociedad. Indica que el año 2005 ComunidadMujer instauró la Comisión de Mujer y Trabajo, que ella presidió, para identificar las barreras al empleo femenino. De ahí surgió la necesidad de mejorar el sistema de cuidado infantil. Las conclusiones de esa instancia fueron presentadas a los candidatos presidenciales de la época. Luego, la Presidenta Michelle Bachelet dedicaría parte importante de su gestión a terminar con ese “cuello de botella”, ampliando la red de salas cunas y jardines infantiles. “Hoy hay que abrir nuevos cuellos de botella que están dificultando la inserción de la mujer en el trabajo. Si bien contamos con una red de protección mucho más amplia, es necesario actualizar y modernizar la legislación de protección a la maternidad, porque ésta carga todos los costos a las mujeres y, por tanto, las más perjudicadas son las más vulnerables”, indicó la ministra.

Además, habla de la necesidad de cambiar el artículo 203 del Código del Trabajo, que plantea que las empresas que contratan a más de 19 mujeres deben pagar sala cuna a sus trabajadoras. “Eso hace el costo de contratar a una mujer sea, al menos, de $350.000 versus $180.000 de un hombre”, lo que ha provocado que gran parte de las empresas tenga hoy menos de 19 trabajadoras. Finalmente recalca la necesidad de aumentar la flexibilidad del horario de atención de las salas cunas y jardines infantiles, así como trabajar en mejorar los niveles de confianza que las madres tienen en estas instituciones de cuidado de menores.

 

La opinión de los expertos

 

La académica Patricia Medrano, junto con presentar el estudio econométrico, indica que no existen estudios similares hechos con anterioridad que permitan cuantificar en el tiempo el impacto directo de la ampliación de la red de cuidado infantil en la mayor empleabilidad femenina. Sin embargo, enfatiza que es claro que ésta ha aumentado ciertos indicadores de bienestar de las mujeres, los que, a la larga, se traducen en que ellas puedan mejorar sus redes sociales, encontrar más empleo y, por tanto, hacer más uso de las salas cunas y jardines infantiles.

Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio Género y Equidad, señala que la mujer hoy privilegia su desarrollo personal en sentido amplio. Por lo tanto, “su ‘ser mujer’ incluye tener un trabajo remunerado, más allá del tema económico. A diferencia de lo que ocurría antes cuando ‘ser mujer’ sólo incluía el ser madres”. Agrega que el país recién está analizando la “economía del cuidado de los hijos” y que, en este proceso, es crucial abordar la corresponsabilidad de hombres y mujeres como desafío pendiente. Por último, Marcela Ríos, directora del Programa de Gobernabilidad del PNUD, plantea que el aumento radical de la mujer en el mundo del trabajo no tiene vuelta atrás, pero que esta incorporación sigue siendo desigual. “Tenemos mayores barreras de entrada, hay más mujeres que quisieran trabajar versus las que pueden hacerlo; contamos con salarios más bajos y con menos posibilidades de ascender. Por tanto las condiciones de las mujeres que trabajan han sido más precarias”, explica.

Pese a ello, las expectativas de vida de las mujeres que trabajan son muy diferentes de aquellas que no lo hacen: están más satisfechas y se ponen más metas cuando están en el mercado del trabajo, según la experta. Con todo, es claro que los hombres no se están integrando de la misma manera a las tareas del hogar. Así las cosas, el gran desafío es que el cuidado infantil no puede seguir siendo un “problema de las madres”, sino un desafío y una responsabilidad de todos: Estado, empresas, familia

 

Fuente: Comunidad Mujer

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