En los últimos años se han multiplicado en Chile los servicios para brindar una última morada a los animales de compañía. Uno de ellos es el cementerio Parque de Asís situado en Buin (a unos 40 km de la capital), con más de 3.000 mascotas enterradas y más de 40 entierros por mes, según el encargado del lugar, Rodrigo González.
El 90 por ciento son perros, pero también hay gatos, conejos, cotorras y cuyes. Entre sus moradores más curiosos hay una gallina y también una oveja que durante años fue utilizada en el hipódromo para tranquilizar a los caballos de carreras.
Rodeadas de altos eucaliptos y arbustos, y con acceso restringido a los dueños de las mascotas, las pequeñas tumbas se alinean en un parque de 2.500 metros cuadrados en que los animales son enterrados directamente en la tierra, protegidos en un saco de arpillera y no en un cajón, como algunos dueños reclaman.
Las lápidas tienen forma rectangular o hexagonal en el caso de los perros, y para los gatos o cuyes, la piedra tiene una forma más circular y de menor tamaño.
Aunque se prohíbe practicar cualquier rito y dejar objetos o flores en las lápidas, para mantener una imagen más uniforme del cementerio, en algunos casos se consiente la presencia de fotos, juguetes del perro, y hasta mensajes de agradecimiento y recuerdo.
«Con las mascotas en Chile hay dos tratamientos: la gente que los trata muy mal y gente que los tiene prácticamente como miembros de la familia», destaca el sociólogo Vicente Espinoza.
Ejemplo del primer caso ha generado en Santiago un problema de perros vagabundos, es decir aquellos que efectivamente no tienen dueño ni casa, unos 50.000, normalmente abandonados por personas que compran cachorros sin pensar en espacios o recursos, y luego terminan abandonándolos.
No obstante es más frecuente el caso contrario. «Miras el terremoto y la gente arrancaba con los animales, con las mascotas, o en las inundaciones la gente también protegía a las mascotas. Es impresionante», cuenta este académico de la Universidad de Santiago.
En caso de no renovar el contrato, los animales son trasladados a un mausoleo común.