Según un estudio, tener mucho dinero no da la felicidad, pero no tenerlo puede causar desdicha. La investigación realizada en el Centro para la Salud y el Bienestar de la Universidad de Princeton agrega que por encima de cierto nivel de ingresos, no se es necesariamente más feliz, incluso cuando se crea que sí. Los resultados aseguran que la felicidad crece a medida que los ingresos del hogar aumentan y viceversa. Sin embargo, a partir de cierto punto, tener más dinero sólo mejora la evaluación de la vida, pero no incrementa las experiencias positivas que se viven a lo largo del día. Es decir, los encuestados valoraban mejor su felicidad, pero lo cierto es que no reían más, ni pasaban más ratos de alegría en el día a día. “Concluimos que un salario alto compra la satisfacción, pero no la felicidad”, dicen los investigadores, y por el contrario, el de las rentas más bajas, tiene difícil remedio. “Se asocia tanto a una baja evaluación de la vida como a un bajo bienestar emocional”. Con respecto a los aumentos y los ingresos extras que llegan sorpresivamente, la alegría que se puede sentir es relativa. Por ejemplo, un aumento de $50 mil no significa lo mismo para un ejecutivo financiero que para un trabajador que percibe el sueldo mínimo. Sin embargo, si a ambos les doblan sus respectivos salarios, la satisfacción que sienten uno u otro sí resultan muy similares. Los resultados del estudio, en todo caso, no significan que si alguien recibe sorpresivamente un importante aumento de sueldo no va a ser más feliz. Probablemente lo sea. Lo que ocurre es que, ante unos ingresos más o menos constantes y que permitan vivir con cierta comodidad, el bienestar emocional comienza a depender de otras cosas, incluido el temperamento de cada uno.
El dinero no causa la felicidad, pero…
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