Petcoke: ¿combustible o residuo peligroso?

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Los resultados preliminares de un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile por encargo de la Corporación para el Desarrollo Sustentable (CDS) arrojaron la existencia de altos niveles de níquel en los niños de la comuna Huasco, lo que es altamente riesgoso para su salud. La noticia ha abierto nuevamente la discusión en torno al petcoke y su uso como combustible por parte de varias industrias en nuestro país, en especial las termoeléctricas ubicadas en el norte.

El petcoke llegó a Chile hace aproximadamente 20 años. Entró sin grandes obstáculos, ya que los estándares de regulación ambiental en Chile no sólo son menos estrictos que en los países desarrollados, sino que además no se cumplen. Las primeras industrias que utilizaron petcoke fueron las plantas de cemento y volcanita, aunque de manera ilegal, pues este elemento era considerado un residuo tóxico. 

Sin embargo, en 1998, con la masiva entrada del gas natural a nuestro país, las «modernas» termoeléctricas que operaban a carbón se hicieron menos competitivas augurando su quiebra y  paralización. Esto motivó a las empresas generadoras a presionar a las autoridades de gobierno y ambientales para que aprobaran la utilización del petcoke como «combustible» lo que les permitiría mantenerse en el mercado. Recordemos que una tonelada de petcoke puede costar entre 1 y 40 dólares, según su calidad. Esto les permitiría reducir sus costos de operación entre 12% y 45%, resultando ser un combustible mucho más económico que el gas natural (cuesta la décima parte del precio del carbón y un 20% menos que utilizar gas natural).

En septiembre de 2001, el Consejo de Ministros de la CONAMA autorizó el uso del petcoke como «combustible» en dos centrales termoeléctricas en la zona norte del país. Este fue el primer paso para que el resto de las centrales y otras industrias que operaban a carbón vieran en este «combustible» una buena opción para reducir sus costos. El principal problema es que en Chile no existe una norma respecto a la utilización del petcoke y a los límites reglamentarios para su uso. 

Mientras muchos empresarios consideran el petcoke un «combustible», dada sus ventajas competitivas, gran parte de la comunidad científica y organizaciones ambientales nacionales y extrajeras, en cambio, lo catalogamos como un residuo peligroso por ser el resultado del proceso de extracción de todos los productos livianos del petróleo, tales como las gasolinas y el diesel. El petcoke es un sólido poroso, de color negro o gris oscuro, que contiene altas cantidades de azufre y metales pesados, como níquel y vanadio, peligrosos para la salud de la población y el medioambiente. Su nivel de impureza y grado de toxicidad está relacionado con la naturaleza del petr?leo origen. Mientras la exposición de seres humanos al níquel puede provocar dermatitis, sinusitis, anosmia, asma, cáncer nasal y broncopulmonar, la exposición a concentraciones de vanadio provoca tos, bronquitis, neumonía, carcinoma broncopulmonar, alteración de los procesos metabólicos entre otros.

Si bien la campaña desarrollada por muchas organizaciones para impedir la utilización como combustible de este peligroso residuo, en nuestro país no tuvo los resultados esperados. A la luz del estudio realizado en Huasco y otras ciudades nortinas, donde las termoeléctricas lo utilizan para la generación de energía eléctrica, hacemos nuevamente un llamado a las autoridades ambientales y de Gobierno para que regulen el petcoke en nuestro país, teniendo como principal consideración la salud de la población y del medio ambiente. 

Nuestros niños son el futuro del país. Ellos no tienen ni deben sufrir las consecuencias de llevar esta pesada carga en su cuerpo. El petcoke es un residuo peligroso altamente tóxico, que contiene metales pesados cancerígenos. La evidencia esta ahora faltan las decisiones

 

N.de R: Publicado en Diario Siete, 21 de noviembre de 2005.

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