Hay compatriotas que se encuentran decepcionados de la actividad política y sienten que cada minuto empleado en torno a ella es sólo tiempo perdido. Las razones son diversas en su contenido y sin duda cada uno de ustedes podría crear una lista.
Por otro lado, sabemos que un alto porcentaje de jóvenes no se interesa por ir a votar, y que se realizan campañas dirigidas a incentivar la participación ciudadana vista la intensidad del desinterés. Y también se suman otros no tan jóvenes que han sido abatidos por lo que denominan la decepción de la actividad política. Pero todo ello es sólo parte de un diagnóstico. Si entramos al terreno de las soluciones debiéramos preguntarnos, ¿Qué hacemos por mejorar la política? ¿Qué hacemos por incorporar nuevos personas a la política?
Si estamos dispuestos a dedicarnos a la actividad pública entonces hay esperanza de que las cosas mejoren. Porque la falta de disposición a trabajar con responsabilidades públicas es el cáncer de la política.
Por eso, para mejorar la política debemos revitalizar una nueva cultura sobre la cosa pública. Y lo primero será interiorizarse de la actividad política, conocer las raíces ideológicas de los partidos políticos y descubrir los espacios que guarden armonía con el pensamiento de cada uno. Lo segundo es participar en las elecciones, votar y entregar la opinión sobre el Chile que queremos construir. Lo tercero, participar activamente, sea en forma directa o indirecta, como una alternativa de elección democrática.
Es verdad, supone un gran trabajo y pocas retribuciones en la gran mayoría de los casos desde el punto de vista material, pero su realización es parte de un proceso de enriquecimiento social que permitirá la formación de convicciones que esclarezcan los rumbos a seguir en la búsqueda del bien común, y sin duda vivir en una sociedad mejor. Lo contrario significará seguir siendo víctima de una estrategia comunicacional en lugar de un impulsor y defensor de propuestas políticas que mejoren la calidad de vida de nuestros compatriotas, y pongan a las personas en el centro de nuestras tareas. La misión es posible.