¿Santiago seguirá siendo Chile?
Un anhelo permanente de las personas que nacimos, nos criamos y vivimos en regiones ha sido avanzar hacia un proceso de regionalización y olvidar la expresión Santiago es Chile. Ese anhelo no sólo refiere la mayor obtención de recursos para la región, sino un equilibrio frente al centralismo que nos permita vivir a todos en el mismo país. En los últimos años, y particularmente en el Gobierno del Presidente Piñera, ha habido notorios avances. El incremento sustantivo del fondo nacional de desarrollo regional (F.N.D.R.), y la elección directa de consejeros regionales (CORES), son muestras claras de estos avances, pero aún falta camino. La realidad de cada región tiene particularidades que deben enfrentarse con soluciones que respeten sus diferencias.
Necesitamos una regionalización que permita a las regiones gozar de los beneficios de las actividades productivas que se desarrollan en sus comunas, definir sus propias inversiones con cambios tributarios concretos y que los Gobiernos regionales tengan más atribuciones, de tal manera que las respuestas gubernamentales garanticen pertinencia y oportunidad.
El compromiso de Evelyn Matthei con las regiones recoge esta necesidad de quienes vivimos en Atacama, que queremos que haya trabajo, que mejoren los sueldos, y que las inversiones realicen un aporte legítimo para mejorar la calidad de vida de la gente que vive donde se generan las riquezas. Por eso queremos que haya una descentralización tributaria para que las empresas hagan aportes en la región donde se generan las riquezas; queremos crear un principio constitucional a favor de la regionalización como criterio orientador de las políticas públicas y del gasto; queremos facilitar la delegación de facultades presidenciales hacia las regiones, aumentar consistentemente el monto de la inversión con decisión regional e incorporar el sistema de alta dirección pública para la designación de autoridades a nivel regional.
Son propuestas reales que tendrán efectos positivos y necesarios para que las regiones tengan una conducción que recoja de primera fuente las inquietudes de la gente y se encuentre a la altura de los desafíos de esta época que convive con un alto precio del cobre, y que como todo en la vida no será eterna.