La postmodernidad que, de acuerdo a no pocos cientistas sociales, es la época en que estamos entrampados, tiene en su derrotero el basamento de la incertidumbre. El joven posmoderno mira con poco interés el pasado y goza cada presente como parte de ese futuro promisorio “per se” y, a la vez, incierto, dejando escaso margen a la solidaridad, encajonándonos con los modernos medios de comunicación que soslayan la directa interacción cara a cara, piel a piel, propia de nuestra especie hasta hace no mucho.
Todo esto pasa por mi mente mientras vuelvo a releer la Historia del Huasco, obra escrita por Joaquín Morales, médico huasquino y, como contraparte, historiador y periodista, publicada en cuadernillos en la Imprenta de la “Librería El Mercurio” de Valparaíso, a partir de 1896, dándole término al año siguiente, junto a una primera edición. Prácticamente hermanada con las obras de Sayago y Manuel Concha, conforman una trilogía indispensable para adentrarse a la historia del Norte Chico. Desde entonces, la obra se ha convertido en una herramienta indispensable para conocer los territorios del Huasco, sus intrincados rincones de ilusorias minas de plata y cobre, su río generoso, la fertilidad de su valle y lo esforzado de su gente, que avecindada entre mar y cordillera, guarda hasta el presente, una identidad que lucha por desviar la aplanadora del olvido y la globalización . Después de largos años, cuando la Universidad de La Serena la reeditó con una académica introducción del Prof. Hugo Marín, hoy retorna a la luz, materializada en un libro remozado y de hermosa factura, con la injundiosa introducción del poeta y periodista vallenarino Jorge Zambra, director del Museo del Huasco, gracias al empeño de Ediciones Volantines y Mediodía en Punto. Este y otros ejemplos de similares características, debieran ser aliciente para que noveles historiadores retomen la senda y busquen aquella información tan indispensable para entender el presente y proyectar el futuro.

Gonzalo Ampuero Brito

Diario El Día