En los primeros años del siglo XX no se diferencian mucho de los últimos del siglo IXX, Vallenar seguía alumbrándose como lo había hecho durante décadas, es decir, en forma natural, con faroles; chonchones y las populares velas… y como no lo voy a saber, si yo estuve allí; parece como si fuera ayer, la brisa del verano de 1909 cuando llegué por primera vez del interior del Valle a esta ciudad que me pareció a una capital, y lo primero que hice fue conocer su calle principal Prat y la Plaza de Armas; una de las cosa que me sorprendió a mis 20 años, y me dije a mí mismo- Oh Emiliano sí parecen luciérnagas esos enormes faroles a parafina que iluminan la plaza-, para mi era lo más claro que había visto en mi vida.
El poco tiempo que empecé a trabajar en la residencial de calle Prat casi esquina con Talca, llegó un hombre con cabellos dorados, bien vestido y una forma de hablar, para mi, muy divertida- a caso nadie le enseño a hablar bien –dije yo, y se llamaba Iván Franulic, luego me enteré que procedía del Viejo Mundo, de Austria más exactamente; bastaron unos pocos días para trabar una relativa buena amistad, él me contaba que de donde venia existía algo llamado Electricidad y servía para iluminar toda la ciudad y mucho más y se proponía hacer lo mismo en Vallenar, al principio lo tome como un mentiroso, me hizo acordar a Ño Rodones, el embustero más genial de Vallenar y sus alrededores en el siglo pasado.
Yo siempre hacia reír a Don Iván y él me ofreció ser su junior en la empresa Eléctrica que planeaba crear; pasaron tres años en los cuales por avisos en los diarios de la época como “ El Trabajo” por ejemplo que regularmente me encargaba, publicaba sus avisos para atraer accionistas interesados en poner en marcha este adelanto para Vallenar.
Llegó el gran día en que la Turbina ubicada en calle Talca al fondo al pie del cerro talud ladera sur de Población de Indios, Los Canales hoy (Rafael Torreblanca) comenzó a funcionar, esto me llamó poderosamente la atención de lo cual pude observar que el agua venía de un canal, se juntaba en una pequeña represa de cemento y bajaba por una canaleta del mismo material, luego entraba en a una tubería de acero de 15 “ pulgadas de diámetro, el agua al mover dicha turbina accionaba una dínamo de corriente continua de 115 V; al anochecer el evento más importante fue esperar ver la Plaza iluminada, por esa única noche no existieron marcadas diferencias de clases sociales que se vivían en esa época, más algunos de los distinguidos gritó ¡¡Viva Chile!!
como al más humilde de los obreros que estaban en allí; al momento de encender las luces hasta la orquesta de músicos se silenció, preludio de una gran fiesta que duró hasta el amanecer, por la iluminación de la Plaza y tres calles de la cuidad; era junio de 1913.
Poco tiempo después de mi matrimonio en 1917 fui designado a trabajar en la ampliación de la nueva Central Eléctrica Vallenar que por fin iluminó toda la ciudad, parece ayer haber llegado a la empresa ubicada en calle Talca entre Prat y Ramírez con su amplio galpón y modernas máquinas que funcionaban de tal manera que la antigua central de la Turbina, ahora alimentaba el circuito de excitación de la nueva dínamo accionada por un motor Diesel para darle mayor potencia, este sistema genial para la época siguió utilizándose durante muchos años después.
Mi gran estimado amigo me pidió que recomendara a su hijo Marcelino Cortés con don Iván para trabajar en la nueva Empresa, efectivamente fue contratado y al poco tiempo tenía una manera peculiar de encender los motores con un pucho de cigarros puros.
Uno de los momentos mas terribles de mi existencia fue el año “22 por causa del terremoto, entre los fallecidos fue mi esposa; tiempo después trajo esperanza para los vallenarinos que la empresa volviera a generar electricidad, detenida momentáneamente especialmente por la postación caída. Al reconstruirse el comercio, tiendas, casas comerciales, volvieron a quedar iluminadas igualmente el Teatro Nacional, la Iglesia principal, El Instituto y la Plaza que no habían sido destruidos.
Ayer asistí al cierre de la Empresa Eléctrica Vallenar, acompañé a Marcelino hermano en la fe evangélica, juntos cerramos el enorme portón que da a calle Talca y recordamos como si fuera ayer el año 1913de la inauguración, hoy 1951 donde toda una vida había pasado, una lagrima rodó al suelo, el progreso se había impuesto, Endesa con sus modernas maquinas ahora con alternador trifásico de potencia y motores Diesel ubicados en calle Marañon, terminaba el así el ciclo que había comenzado localmente con corriente continua y se imponía la alterna.
Un año después lo ultimo que supe del Hermano Marcelino que estaba trabajando en el nuevo Liceo de Hombres (actual Pedro Troncoso Machuca ex A-7) desempañándose como buen funcionario de servicios menores.
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Emiliano fallece en la década del año “60, su amigo de toda su vida también deja este mundo, actualmente le sobrevive su esposa Juana viuda y sus hijos, ella vive en calle Serrano cerca del Liceo B-8, donde aun se conserva una de las dínamo de la Turbina como símbolo a la especialidad de electricidad que allí se imparte.
Esta historia esta dedicada a todas las personas que lograron hacer posible que Vallenar cuente con este vital suministro, y en especial a don Marcelino Cortés.
Autor: Daniel Díaz Briceño, Primer lugar concurso «Historia Inédita de Vallenar», 2005
Foto gentileza: Mario Rojas Madrid
Un comentario en: La Electricidad llega a Vallenar