Sr Director:

Mi barrio nació en la vereda de mi casa un sábado de primavera de 1989, en la donde a mis cinco años mis padres me dejaron interactuar por primera vez con mis amigos de la infancia, en la calle avenida España entre Barcelona y Cataluña de la población Nueva Torreblanca. Desde aquel día no pare de interactuar con mis vecinos de la población para aprender a vivir en donde me había tocado. El barrio de avenida España en un comienzo, era una calle de tierra emplazada de poniente a oriente, naciendo en el cruce de Manutara – Bellavista y terminando en el fin de la meseta territorial, limitando con un antiguo trapiche que se ubicaba en la quebrada de la casa de Emaus. Esta calle se caracteriza por ser la calle principal de servicio en esta población, donde esta se constituye en medio de viviendas otorgadas por el SERVIU, bajo el alero de las políticas de solución habitacional diseñada por la dictadura. Estas viviendas se caracterizaban por el sutil detalle de escases de metros cuadrados en términos constructivos, donde la incomodidad como consecuencia del hacinamiento, era denominador común en las familias que constituían el barrio. Digo barrio porque bajo la convicción de que la acción humana es la que le proporciona vitalidad al espacio y por lo tanto, esa causal negativa que proporcionaba el hacinamiento de esos años, tenia efectos positivos a la hora de analizar la dinámica comunitaria de esos tiempos, donde claramente hoy a mis 30 años recuerdo que la comunidad era mas participativa, la cual se unía y organizaba en pro de mejorar la calidad de vida del sector, una iglesia, una compañía de bomberos, una escuela eran los grandes anhelos de mi población en ese entonces.( notoriamente reconociendo que esto también era la manifestación del proceso sociopolítico que vivía el país de fines de los 80).
Pero por otro lado la visión de la infancia muchas veces ignorada, poseía una visión de la realidad quizás no muy ajena a la del adulto, donde esta nueva generación ocupaba las calles apropiándose de los espacios eriazos sobrantes por el loteo de esta nueva población, donde construimos nuestras primeras canchas de futbol, construimos nuestras pistas de bicicletas, nuestros ring de boxeo, etc. De esta manera, hoy puedo especular que el hacinamiento nos permitía desarrollar nuestras vidas en las calles, y era detonante de la participación social ya que en ese tiempo nadie soportaba el encierro de esas pequeñas casas. Donde en esos tiempos había mucho por hacer, de algún modo nos convertimos en los arquitectos de nuestra infancia, llegando a conocer el equipamiento deportivo y el pavimento sinónimo de desarrollo y progreso allá por el año 1994. Esa vez se construyó una sola cancha para muchos, fue la razón que se desencadenaron los primeros conflictos juveniles que a la larga se radicalizaron en la aparición de pandillas acentuando la fragmentación territorial, quizás si esa medida hubiese ido acompañada de una habilitación social o un programa de apoyo juvenil, la cosa no hubiese sido tan grave y se habrían prevenido muchos conflictos, pero… ¿que se saca con llorar sobre la leche derramada? … ¡Nada!
El conflicto que se detono por el uso de una cancha, después extrapolo al dominio territorial y a veces solo por el deseo de medirse en la pelea con alguien para validar la nueva tendencia. Pandillas como «L0s Konan», «Los Aldeanos de los pitufos», «Los Desconocidos» eran los protagonistas de memorables batallas campales, cuyo escenario fue muchas veces la calle por allá en el año 98, consumo de alcohol, marihuana el macheteo y la colgada, fueron los primeros antecedentes de delincuencia que detonaron en lo que hoy como población nos hemos convertido. Sin embargo, todo esto se puede atribuir a la escases de oportunidades y la falta de espacios de desarrollo de la juventud, dado que la política del gobierno local carece de ejes estratégicos destinados a satisfacer las demandas juveniles, por ejemplo, los muchachos del break dance debían saltarse a las iglesias para encontrar un piso digno para poder realizar sus giros, ya que la junta de vecinos los catalogaba como delincuentes y manifestó su negativa a poner a disposición el espacio comunitario. Gracias a la calle y la autogestión, la población tiene un exponente campeón nacional en esta disciplina artística, si bien hoy se ha avanzado construyendo algunos espacios, aun falta gestionar un desarrollo integral donde los jóvenes tengan un mejor acceso a calificarse en oficio u profesión, donde el consumo de droga se combata con educación y rehabilitación, no con estigma y persecución, generando nuevos proyectos de viviendas que combatan el hacinamiento. Indudablemente que esta es la fórmula de garantizar la seguridad social, entregando herramientas para que no sigan ocurriendo mas asaltos, robos, prostitución, balaceras, muertes, etc. Fortaleciendo un eje estratégico que se traduzca como una política de desarrollo juvenil, que se enfoque de manera específica a mejorar la calidad de vida y el acceso de la población juvenil donde provocaría un efecto positivo de cambio social ya que creando nuevas posibilidades, volveremos a tener poblaciones más seguras y comunidades más participativas; pero si seguimos trabajando bajo el paradigma de la represión esmerándonos en traer más policías a las periferias y construir nuevos cuarteles de control social, solo conllevara a la consolidación de la violencia y a un estancamiento social.

Jorge Santibáñez Zepeda.
Sociólogo
Postulante a magister en ciencias Sociales U. Arcis
jorge.santibanez@techo.org