El Noticiero del Huasco ha querido llevar a usted, que lee diariamente nuestro diario electrónico, el compilado de «La Historia del Valle del Huasco», escrita y narrada por Juan Ramos Álvarez, y publicada en capítulos en la década de los 50 por el diario local El Noticiero Huasquino.
Es necesario que cada habitante de nuestro valle, conozca, investigue y sepa la historia de nuestra tierra. Acá, le entregamos una ayudita…
Capítulo Primero
Situación Geográfica – Límites – Orografía – Hidrografía – Panorama General del Valle.
En la alargada configuración de nuestro territorio, entre la pampa desértica y la llanura central, las cadenas de altos cerros de los Andes y las mesetas más bajas de la Cordillera de la Costa, se confunden en una red de intrincadas montañas.
Pero suelen dar paso a llanuras y quebradas de una fertilidad exuberante, que se extienden desde la cordillera hasta el mar, rompiendo la desolada uniformidad del desierto. Son los Valles Transversales.
En la provincia de Atacama están situados: en la zona norte, el valle de Copiapó y 150 Km. al sur de este, el verde oasis del valle del Huasco.
Según el geólogo Pissis, el macizo del Huasco ocupa la parte de la cordillera incluida entre los 27 55’ y los 28 50’, teniendo por límites: Al norte, las quebradas en que corren los rios “Copiapó” y “Pulido”; al sur, está cortado por la quebrada del Huasco, desde Vallenar hasta “Juntas” y después, por los rios “El Tránsito” y “Chollay”. Una elevada serranía que se extiende en la dirección de este a oeste, forma la parte más alta; es el cerro “El Potro”, cuya altitud llega a 5.580 metros. De este cerro se desprenden cuatro cordones; los dos que forman la línea de vertientes, siguen el curso del sistema chileno: el tercero, que es más extenso llega hasta las inmediaciones de Copiapó, donde forma los cerros de “Ojanco”. Después de haber seguido un cierto espacio el rumbo oeste-este, se dirige al norte, formando en esta parte las cordilleras de “Manflas”: un poco antes de llegar al “Cerro Blanco” toma el rumbo del sistema peruano, que sigue hasta el “Morro de Chañarcillo” y después se dirige nuevamente hasta el norte. Este cordón es el que forma el límite austral de la Hoya Hidrográfica de Copiapó. Los cerros más notables que lo forman, son los de “Ojanco”, “Las Pintadas”, “El Morro de Chañarcillo”, “Los Frailes” y el “Cerro Blanco”. Este último alcanza una altitud de 3.217 metros. El cuarto cordón se extiende hasta Vallenar; su dirección es la del oeste, inclinándose un tanto al sur, y por consiguiente, casi perpendicular al sistema peruano, antes de llegar a la Cordillera de la Costa, a la cual va a unirse por el cerro “Barañán”; este cordón envía un pequeño ramal en la dirección del sur, el cual termina por el cerro “Chehueque”, montaña de forma cónica y cuya cumbre llega a 1.970 metros.
La Hoya del Huasco – según el mismo geólogo Pissis – está cercada al norte, con las montañas “Pulido” y “Manflas”; al este, por la parte de los Andes, comprendida entre el cerro “El Potro” y la “Cordillera de Doña Anna” y al sur, por la rama que se desprende de estas últimas montañas para dirigirse al “Alto de Peralta” y al cerro de “Pajonal”. Su superficie es de 10.500 kilómetros cuadrados.
Las escasas lluvias hace que no tengamos rios más que los que están alimentados por las nieves de los Andes; sin embargo, la corriente principal llega hasta el mar, donde desemboca, al norte del Puerto de Huasco.
Cerca del pueblecito de “Juntas” el rio Huasco se divide en dos ramas principales, que toman el nombre de: “Rio El Tránsito” y “Rio El Carmen”. El primero tiene su nacimiento en la vertiente sur del cerro “El Potro”, saliendo de un lago que reúne los torrentes que bajan de esta montaña. Después de haber recibido el cauce que sale de un lago, corre hacia el sur oeste, hasta encontrar otro afluente que se llama “Rio Chollay”, que viene casi directamente del sur, y se forma por la reunión de, muchas corrientes de agua que nacen de la Cordillera de los Andes y otras en la cresta transversal que forma la “Cordillera de Doña Anna”, son “El Apolinario”, el “Rio del Medio” y el “Rio Primero”. El más importante de los tres es “El Apolinario”, que tiene su origen en el punto donde la “Cordillera de “Doña Anna” viene a adherir a la línea principal de los Andes. Desde allí se dirige hacia el nor-oeste y recibe sucesivamente el “Rio del Medio” y “El Rio Primero” que tienen sus origenes en el mismo macizo de montañas.
Partiendo de “Juntas”, toma el Rio Huasco la dirección oeste-nor-oeste; recibe aun cerca de “Tres Cruces” un arroyo llamado “Agua Fría”, que nace en la vertiente norte del “Alto de Peralta” y continúa luego su curso inclinándose un poco hacia el oeste.
El Rio Huasco corre en una estrecha quebrada dominada por altas montañas, y sólo desde Vallenar es donde se ensancha su álveo y corre entonces hasta el mar, en medio de un pequeño valle muy fértil, donde están situadas las villas de Freirina y Huasco Bajo. Aunque la parte superior carezca casi enteramente de superficies planas, sus márgenes están cultivadas hasta una altura de más de 1.200 metros y producen las uvas más estimadas de Chile.
Como todos los rios que corren casi directamente hacia el oeste, el Rio Huasco tiene un declive muy rápido, desde su embocadura hasta Freirina, el declive medio es de 4.5 por 1.000 m. entre Freirina y Vallenar es 8 por 1.000 y de Vallenar a “Punta Negra” de 8.6 por 1.000 m.
Por un prodigio de ubicación geográfica y de condiciones climáticas el valle de Huasco es semi- tropical en las alturas del interior; benigno y moderado en la región central; fresco y liviano a orillas del mar. Posee la más rica y variada producción agrícola: las frutas azucaradas, el higo moreno, las pasas deliciosas, el sabroso quesillo y el apetecido descarozado que se producen en “Huasco Alto”, con los vinos generosos y los aguardientes de fama; la infinita variedad de flores, plantas y árboles frutales, que crecen lozanos en Vallenar; las chacras de Huasco Bajo con los surcos pródigos en melones, frutillas y sandías y los olivares con sus frutos de aceitosa carne.
Una cadena de fundos y hermosas haciendas puede decirse que unen la cordillera con el mar. Son la riqueza agrícola que el Rio Huasco a través de centenares de canales ha hecho brotar como un jardín de maravillas, que dan al valle vida y fisonomía propias. En ellos se cultiva: Trigo, cebada, maíz, alfalfa, linaza; y en algunos hay grandes plantaciones de árboles frutales y bosques que van extendiendo día a día su mancha generosa de verdor, cual si quisiera oponer una barrera al avance silencioso del desierto.
Cuando los años son buenos, el ganado vacuno y lanar de los campos del Huasco surten con generosidad la pampa salitrera.
Hay haciendas como la “Compañía Agrícola” que tiene miles de hectáreas cultivadas; donde las cosechas pueden estimarse en cantidades superiores a 10.000 sacos de cebada y 40.000 fardos de pasto anuales, en cada una de ellas.
En las “Estancias’ que rodean el valle, donde crecen los pacules, chañares y algarrobillos, a la espera del llanto compasivo de las lluvias para cubrirse de vistosas flores, como las añañucas y los azulillos, y de frutos de oro, como la codiciada algarrobilla, los imponentes cerros revientan sus arterias de ricos minerales.
Jarillas, Nauche, Tabaco, Chehueque, San Antonio, Calaveras, en la parte norte de Vallenar con sus pastas de cobre unas; de plata, otras. El Orito, el Zapallo, Burro Muerto, San Antonio, Pajonales, Viscachas, Potrerillos, Camarones, Ojos de Agua, Tunas, Rincón de Pardo, La Borcosqui, El Carrizo, al sur del mismo departamento, con sus vetas ya de cobre, de plata o de oro. El Algarrobo, uno de los minerales de fierro más grandes del mundo, “Los Colorados” de la misma pasta, en Freirina. En este útimo departamento, Carrizal, El Morado, Capote, Labrar. Para no mencionar sino algunos de entre cientos, dan una pálida idea de las riquezas mineralógicas del Huasco –hoy casi perdidas por la ausencia de capitales para su explotación.
Vallenar, capital del actual Departamento de Huasco, está situado en el 28 34’ de latitud Sur y 70 47’ de longitud oeste, en una verde hondonada cuya altura sobre el nivel del mar es de 380 metros, y en la margen norte del Rio Huasco, apareciendo a los ojos de los viajeros como un vergel o un oasis delicioso, donde entre huertos fragantes y quintas amenas forman líneas geométricas sus rectas calles, flanqueadas por chalets y construcciones modernas y asísmicas, muy pintorescas. Su población se acerca a los 10.000 habitantes. A partir del terremoto de 1922, que destruyó las poblaciones de Atacama, ha ido progresando lenta pero firmemente. Tiene calles pavimentadas. Posee luz eléctrica, aunque en la actualidad este servicio es deficiente. Cuenta con un liceo coeducacional de primera categoría. Sus habitantes son animosos y no cabe duda que es un pueblo de gran porvenir.
En el interior del Valle, están los pueblos de San Félix y El Tránsito, envueltos todavía en un ambiente casi colonial, pero donde el cielo azul, los tibios terrales de la cordillera y los frutos generosos de la tierra, son como un verdadero convite a la vida.
Hacia el mar, esta Freirina, recostada en suaves lomajes, con sus pinares y sus eucaliptus, atravesando por un período de decadencia, que esperamos ha de ser pasajero en vista de las enormes riquezas minerales de sus alrededores.
Unos cuantos kilómetros, más a la costa, aparece Huasco Bajo, el primer pueblo del valle en cuanto a su antigüedad. Allí funcionó el primer Gobierno Colonial del Partido del Huasco. Allí se empinó modestamente la torre de la primera iglesia levantada por manos de piadosos españoles y de sumisos indios.
Y frente al Océano Pacífico, sobre las duras rocas, está el Puerto de Huasco, antiguamente denominado, “Victoria”. Por ese pequeño puerto salieron en el pasado muchas riquezas de nuestras minas y sabrosos frutos de nuestra tierra. Fue asaltado por piratas durante la colonia. Más tarde ancló en su bahía el primer buque de propulsión a rueda, allá por mil ochociento cuarenta y tantos. Hoy está también en decadencia. No hay más de 1.000 habitantes donde se albergaban cómodamente 7.000 personas.
Y a través de todo el valle hay un sinnúmero de aldeas pintorescas, de villorrios humildes, habitados por gentes laboriosas y tranquilas que esperamos habrán de progresar en época no lejana, cuando los gobernantes de nuestro país, vuelvan sus ojos de nuevo a esta provincia de Atacama pródiga en toda suerte de riquezas y bellezas naturales.
Es en este escenario, débilmente bosquejado donde se desarrolla el pueblo huasquino, cuya historia narraremos brevemente a nuestros lectores. Es la historia de muchas generaciones que esperamos habrá de interesar a muchos de los que hasta hoy creen que sólo la historia foránea tiene perfiles cautivantes.